A Feijóo le molestan todos los inmigrantes (marroquíes), no solo los ilegales

Islam en Murcia - 16.10.25 

Abde C., periodista

Feijóo en Barcelona presentando su Plan de Inmigración el 14 de octubre de 2025

Con el nuevo plan de inmigración del Partido Popular, Feijóo pretende endurecer aún más las condiciones para obtener la nacionalidad española, como si no bastara con residir legalmente durante diez años, trabajar, pagar impuestos y contribuir al país sin poder decidir quién te gobierna. Quiere más. Se comporta como si la nacionalidad se regalara, como si a los extranjeros les diesen la nacionalidad “a los dos meses”. Miente. No es así, nosotros no somos futbolistas, para quienes los plazos para obtenerla se aceleran misteriosamente. 

Lo irónico de todo es que los actuales requisitos para obtener la nacionalidad fueron fijados por el propio PP cuando gobernaba. Para un ciudadano marroquí, por ejemplo, el proceso es largo y exigente: primero debe conseguir una residencia legal, lo cual requiere demostrar medios económicos, un contrato de trabajo o estudios, y pasar un control de antecedentes penales. Luego, tras diez años de residencia continuada y legal, puede solicitar la nacionalidad, siempre y cuando supere dos exámenes oficiales (el DELE A2 de español y el CCSE sobre cultura y Constitución). Y aun cumpliendo todo, la respuesta del Ministerio puede tardar años.

Un ejemplo claro es que mi padre lleva más de 30 años viviendo aquí y no la tiene. Según Feijóo habría que endurecer más las condiciones. Quizás para que siga otros 30 años sin derecho a voto. 

El PP dice querer inmigrantes “legales”, pero lo que de verdad quiere son inmigrantes silenciados, sin voz, sin voto, sin derechos plenos. Personas útiles para trabajar, pero no para decidir. Y poder utilizarlos en sus discursos políticos para conseguir un puñado de votos. 

Y lo más paradójico de todo es que hubo un tiempo en que la nacionalidad se vendía. Bastaba con comprar una casa de lujo para conseguirla, el antiguo visado de oro. Entonces nadie hablaba de endurecer nada y al PP no le molestaba. Porque claro, esos eran árabes, no moros. 

Con el señalamiento a los inmigrantes su objetivo es crear una sensación de miedo e inseguridad y subirse al carro del odio y confrontación que impregna el ecosistema político actual. No dan propuestas para mejorar la administración pública, ni para reducir el paro, ni para hacer de España un país referente en tecnología o investigación. Todo gira en torno a un falso enemigo. La extrema derecha y la derecha más extrema de los últimos años se disputan un mismo terreno: el del miedo para conseguir votos. Es lo único que les interesa. 

Feijóo dijo que venía a Madrid a hacer política de adultos. Sin embargo, su discurso parece más bien una competición con Abascal por ver quién suena más duro, quién señala con más fuerza al “enemigo de moda”: los moros. Mientras tanto, los retos reales del país —la vivienda, la precariedad laboral, la sanidad pública, la digitalización o la ciencia— quedan en un segundo plano. El principal problema de España son los moros, según Feijoó y Abascal, claro. 

El mismo Feijóo que se escandalizaba por el encontronazo entre Óscar Puente y Ndongo asegura que en su gobierno eso sería motivo de cese inmediato. Pero en su propio partido, el listón moral cambia según quién insulte. Mientras tanto, barones del PP llaman “hijo de fruta” al presidente del Gobierno sin consecuencias, y Miguel Ángel Rodríguez, mano derecha de Ayuso, amenaza a periodistas como Esther Palomera o incluso a reporteros de televisión, con su tono habitual. Por cierto, seguimos esperando que Alberto se pronuncie sobre Miguel Ángel, después de que este admitiese en sede judicial haber difundido un bulo sobre el caso del novio de la presidenta de Madrid. 

Estos son solo algunos ejemplos que le retratan.  Hay más. 

Esa doble vara de medir es ya marca de la casa: se exige ejemplaridad, pero solo a los demás. Feijóo presume de moderación, pero su discurso parece una copia barata del de Vox. Quizás lo que no sabe Alberto es que cuando la gente tiene que elegir entre la copia y el original, siempre se queda con el original. 

A lo mejor lo siguiente sea ver a Feijóo dejarse barba, como dijo Santiago Abascal recientemente, para disimular que ya apenas se distinguen sus discursos

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