Islam en Murcia - 08.03.17
Os ofrecemos un ensayo que ha remitido a Islam en Murcia un joven musulmán residente en Lorca, Ismael Ousalah. Esperamos que os sirva para aclarar conceptos. Este blog está abierto a vuestra participación, podéis mandar vuestras colaboraciones a: islamenmurcia@gmail.com
"Es absurdo acusar al Islam de machista"
En una época en la que difamar el Islam a través del poder mediático se ha convertido en la norma, sea o no malintencionadamente, se hace necesario aclarar ciertos hechos acerca de esta religión profesada por un 20% de la población mundial, cuyo saludo es “la paz sea contigo” (“as-salamu alaikum”).
Actualmente es muy común oír críticas al Islam y los musulmanes en países occidentales. Un musulmán mínimamente inteligente debería aceptar las críticas constructivas a su comunidad religiosa, pero sería paradójico que fuese pasivo frente a las graves acusaciones que se lanzan a su religión en sí, ya que por alguna razón la acepta como revelación Divina.
El diálogo y el debate argumentado son la única opción coherente de encontrar una solución al conflicto que hay entre las afirmaciones tan dispares que lanzan musulmanes, por un lado, e islamófobos por otro.
Una de las principales acusaciones al Islam, que ya es extraño no escuchar de manera frecuente, es la de un supuesto machismo implícito en la doctrina islámica. Una de las causas de que se piense esto es la obligatoriedad (religiosa) del “hiyab”, que muchas mujeres llevan con orgullo, independientemente del hecho de estar casadas o no, e incluso, en ocasiones, en contra de la voluntad de su familia. Es cierto que en otros casos ocurre la situación inversa, la sociedad, las familias o los maridos pueden exigir o forzar a una mujer a llevarlo contra su voluntad, pero la cuestión es: ¿tiene fundamento el legitimizar esa imposición a través del islam?
Relacionar el “hiyab” con opresión machista es pocas veces acompañado de una buena argumentación, y en ocasiones, es básicamente consecuente de una perspectiva etnocentrista de este tema. Esta afirmación es poco comprensible cuando proviene de personas cristianas, porque las monjas y las representaciones de la Virgen María reflejan la existencia del “hijab” en el cristianismo. Posiblemente sería bueno para contrastar información que se preguntase a las propias mujeres musulmanas que lo llevan la causa por la cual lo consideran parte de su identidad, y que se notase la cantidad de musulmanas que no lo llevan, tanto en países occidentales como árabes, sin que por ello sean repudiadas, castigadas, lapidadas u otras de esas cosas que se oyen.
La explicación y justificación de la obligatoriedad del velo islámico es un tema de gran interés que debería de ser tratado con más frecuencia, pero debido a su complejidad, este ensayo se centrará en ofrecer una argumentación que refuta otra de las principales acusaciones sobre el Islam que lo hacen parecer machista: la supuesta apología del Islam de la violencia de género.
En un contexto en el que, para algunos, hasta representar gráficamente al ser humano mediante un monigote sin falda puede ser tildado de machista o, se hace difícil llegar a conclusiones claras sobre temas en los que están inmersas las mujeres, pero el diálogo y el debate formal nunca están de más. Lo curioso es que el único argumento relativamente comprensible que se utiliza para respaldar la afirmación de que el Islam incita a la violencia de género es un versículo del Corán que examinaremos a continuación.
Se trata del versículo nº 34 del cuarto capítulo del Corán, cuya traducción sería más o menos la siguiente: Los hombres son responsables del cuidado de las mujeres en virtud de la preferencia que Dios ha dado a unos sobre los otros y de los bienes que ellos gastan. Las mujeres virtuosas son devotas hacia Dios y cuidan, en ausencia de sus maridos, de lo que Dios manda que cuiden. A aquellas de quienes temáis que se rebelen con animadversión, amonestadlas, dejadlas solas en el lecho y “dribuhunna” (¿pegadles?) Si os hacen caso, no os metáis con ellas. Dios es Excelso, Grande.
En primer lugar hay que mencionar que el vocablo que aquí se suele traducir como “pegar” es la voz “dribuhunna”, del verbo “daraba”, que es polisémico y también está mencionado en otros versículos del Corán, pocas veces con el significado de pegar (ver 3:112, 3:156, 16:75, 22:73, 43:58, entre otros). En caso de que se tradujese como “pegar”, el cual es uno de sus significados, ello estaría subordinado a la condición expuesta en el mismo versículo de que la esposa tenga una actitud insolente o comportamiento rebelde (“nushuz”).
Y es hasta cierto punto comprensible que después de escuchar esto ciertas personas interpreten como machista el mensaje, ya que, el rebelde puede ser el marido y, sin embargo, el Corán no insta a la esposa a amonestarle ni pegarle. Esto es claramente cierto, pero la situación a la inversa es evidentemente imposible (que sea la mujer la que pegue), por lo que la mujer tiene otros medios para protegerse de la rebeldía o maldad de su marido, que están estipulados en la “Sharia”.
Aun así, esta discusión solo tiene sentido aceptando que la traducción anterior sea la más exacta, algo que es discutible. Es, por tanto, recomendable ahondar más en el tema.
Es muy importante saber que en el islam se utilizan, por consenso, 2 fuentes de “legislación”: en primer lugar, El Corán, y en segundo, relegado al primero, la “Sunna” (Tradición Profética o dichos Proféticos).
Los pasajes del Corán fueron llevados a la práctica por el Profeta Muhammad, que era el predicador y defensor de que el Corán es una revelación Divina, por lo que solamente de sus palabras, acciones y enseñanzas podemos descifrar la interpretación de muchos de los versículos que hay en el Corán. Esto es así porque sería contradictorio presumir que el Corán es palabra Divina y no aplicar su propio mensaje.
Además, es necesario hacer este análisis porque ciertos versículos coránicos pueden ser ambiguos o parecer no encajar con el resto de la doctrina islámica, como es este caso.
El mismo Corán dice lo siguiente al respecto (3:7): Él es Quien te ha revelado la Escritura. Algunas de sus aleyas son unívocas y constituyen la base del Libro, mientras que otras son susceptibles de interpretación. La gente de corazón extraviado siguen las interpretables por espíritu de discordia y por ganas de dar la interpretación de ello. Pero nadie sino Alá conoce su correcta interpretación…
Entonces, para saber el lugar que tiene el maltrato doméstico en el islam, veamos lo que hizo y dijo el Profeta Muhammad (Mahoma) sobre este tema:
En primer lugar, no hay ningún relato recogido de que Muhammad hubiera pegado nunca a nadie, aunque tuvo razones y ocasiones para hacerlo, incluso con alguna de sus esposas. Y no solo eso, sino que además se han transmitido relatos en los cuales se enfadó con gente por haber pegado o maltratado, no a personas, sino a animales, ¡e incluso árboles!, cuya integridad protege el islam.
Pero para comprender la veracidad de esto es necesario mencionar que, a diferencia de otras religiones, en el Islam solo se acepta como “tradición profética” aquellos relatos y testimonios recogidos de la época cuyo contenido y transmisores son estudiados a fondo mediante un método científico, para discernir los relatos históricamente fiables de los que no lo son.
Uno de los dichos conocidos de Muhammad es: “El mejor de entre vosotros es aquél que mejor trate a su esposa”, y su esposa Aisha también relató que aprovechaba cualquier ocasión para tener gestos de cariño con ella. Es conocido asimismo, según otro relato, que un día que Abu Bakr (padre de Aisha), quería pegarle a su hija tras un enfado con ella, Muhammad intervino para evitarlo. Lógicamente, esto no es propio de una persona machista que ve con buenos ojos la violencia de género o el sometimiento de la mujer.
A la luz de esto, es coherente concluir que este versículo del Corán realmente no incita a la violencia de género, porque si fuera así habría testimonios de que Muhammad o alguno de sus compañeros y seguidores lo hacían, y más bien es todo lo contrario, lo reprochaban.
Si realmente el islam buscara la denigración o el maltrato de la mujer, o ello formase parte de su doctrina, sería más lógico que ello estuviera mencionado en otros versículos, o con palabras cuyo significado directo sea hacer daño. Las cosas realmente importantes en el islam, como ser monoteísta y racional, tratar bien a la gente (y especialmente a los padres), ser benevolente con pobres y huérfanos, ser humilde y paciente, dar limosna, etc., están mencionadas múltiples veces en el Corán, sin embargo, la violencia de género no. Es cuestionable incluso decir que el versículo en cuestión haga apología a la violencia de género.
Además, se menciona justamente en el versículo siguiente (4:35) que si hay posibilidad de ruptura sentimental dentro del matrimonio, se debe organizar una reunión con un familiar sabio de cada uno de los cónyuges para intentar llegar a una solución (siendo que el divorcio está permitido).
Si es islam promoviera el autoritarismo del hombre por la fuerza, este versículo debería más bien decir que hay que pegar o amenazar a las mujeres hasta que obedezcan, en vez de buscar una solución pacífica, como claramente indica el versículo recién mencionado.
Es de sobra sabido que el mensaje del Islam fue revelado a una sociedad en la que la misoginia era tal que se llegaban a enterrar niñas vivas, por la rabia de que no hubieran nacido varones. También se practicaba la poligamia sin límites y las esclavas de guerra eran violadas sin reparo. Todo esto, y más fue recriminado y reformado por el Corán.
Es por todo esto que los sabios musulmanes, aquellos a los que se atribuye autoridad y guía en materia de religión (por haber dedicado gran parte de su vida al estudio de los textos islámicos), se han dividido a la hora de dar explicación a este versículo: según algunos “dribuhunna” no significaría “pegar” sino “llamar la atención” mediante un leve contacto físico. Otro grupo es de la opinión de que sí significa pegar, pero bajo unas estrictas normas, que son:
1. No pegar nunca en la cara, 2. No hacerlo ni con la mano ni con un objeto grande, sino con algo del tamaño de un lápiz, 3. No pegar de manera que deje una mínima rojez o marca.
Si se juntan estas restricciones y se imagina una escena… sería ridícula. Esa es la interpretación más “violenta” de este versículo. Es por ello que siendo coherentes con la polisemia de la palabra, es probablemente más lógico decir que el verbo hace referencia a un contacto físico de advertencia. El único fin que podría haber en ello es llamar la atención a la esposa, para evitar una discusión mayor.
Además, en el susodicho versículo está mencionado este verbo en último lugar, después de “aconsejarla” y no acostarse en el mismo lecho.
La mayoría de los musulmanes religiosos jamás le pondrían la mano encima a ninguna mujer. Dicho lo cual, hay que reconocer y combatir el hecho de que en ciertos países árabes de mayoría musulmana, la violencia de género y otras formas de machismo están generalizadas hasta cierto punto.
Estaría de más tener que explicar que la cultura de una sociedad que se autoproclama de una religión no tiene por qué reflejar las enseñanzas de esa religión. Es por ello que nadie asocia los delitos de países de mayoría cristiana al Cristianismo en sí, ni tampoco las acciones del régimen nacional-socialista liderado por Hitler, que decía ser cristiano.
Decir, por ejemplo, que el cristianismo promueve el exterminio de judíos porque un supuesto cristiano lo haya impulsado es igual de absurdo que acusar al islam de machista porque ciertos musulmanes lo sean. Así como también es absurdo que se asocie el terrorismo al islam porque un reducido grupo de ellos (menos de un 0,01% de los musulmanes) defienda el terrorismo.
Pocos o ningún predicador musulmán justifica ni incita al maltrato o abuso en el matrimonio, por lo que, incluso si uno se niega a creer lo anteriormente explicado, a efectos prácticos no está permitido el maltrato. Aún así, tristemente, siempre hay gente que, sin ser musulmanes ni haber estudiado las ciencias islámicas, se creen expertos en el tema.
Tanto los musulmanes como los que no lo son deberían estar unidos en la lucha contra la tergiversación de los hechos y las injusticias sociales. Mientras que no se colabore en ello, será difícil superar ciertos problemas sociales.
Ismael Ousalah
Lorca, 8 de marzo de 2017
Os ofrecemos un ensayo que ha remitido a Islam en Murcia un joven musulmán residente en Lorca, Ismael Ousalah. Esperamos que os sirva para aclarar conceptos. Este blog está abierto a vuestra participación, podéis mandar vuestras colaboraciones a: islamenmurcia@gmail.com
"Es absurdo acusar al Islam de machista"
En una época en la que difamar el Islam a través del poder mediático se ha convertido en la norma, sea o no malintencionadamente, se hace necesario aclarar ciertos hechos acerca de esta religión profesada por un 20% de la población mundial, cuyo saludo es “la paz sea contigo” (“as-salamu alaikum”).
Actualmente es muy común oír críticas al Islam y los musulmanes en países occidentales. Un musulmán mínimamente inteligente debería aceptar las críticas constructivas a su comunidad religiosa, pero sería paradójico que fuese pasivo frente a las graves acusaciones que se lanzan a su religión en sí, ya que por alguna razón la acepta como revelación Divina.
Pareja de musulmanes |
Una de las principales acusaciones al Islam, que ya es extraño no escuchar de manera frecuente, es la de un supuesto machismo implícito en la doctrina islámica. Una de las causas de que se piense esto es la obligatoriedad (religiosa) del “hiyab”, que muchas mujeres llevan con orgullo, independientemente del hecho de estar casadas o no, e incluso, en ocasiones, en contra de la voluntad de su familia. Es cierto que en otros casos ocurre la situación inversa, la sociedad, las familias o los maridos pueden exigir o forzar a una mujer a llevarlo contra su voluntad, pero la cuestión es: ¿tiene fundamento el legitimizar esa imposición a través del islam?
Relacionar el “hiyab” con opresión machista es pocas veces acompañado de una buena argumentación, y en ocasiones, es básicamente consecuente de una perspectiva etnocentrista de este tema. Esta afirmación es poco comprensible cuando proviene de personas cristianas, porque las monjas y las representaciones de la Virgen María reflejan la existencia del “hijab” en el cristianismo. Posiblemente sería bueno para contrastar información que se preguntase a las propias mujeres musulmanas que lo llevan la causa por la cual lo consideran parte de su identidad, y que se notase la cantidad de musulmanas que no lo llevan, tanto en países occidentales como árabes, sin que por ello sean repudiadas, castigadas, lapidadas u otras de esas cosas que se oyen.
La explicación y justificación de la obligatoriedad del velo islámico es un tema de gran interés que debería de ser tratado con más frecuencia, pero debido a su complejidad, este ensayo se centrará en ofrecer una argumentación que refuta otra de las principales acusaciones sobre el Islam que lo hacen parecer machista: la supuesta apología del Islam de la violencia de género.
En un contexto en el que, para algunos, hasta representar gráficamente al ser humano mediante un monigote sin falda puede ser tildado de machista o, se hace difícil llegar a conclusiones claras sobre temas en los que están inmersas las mujeres, pero el diálogo y el debate formal nunca están de más. Lo curioso es que el único argumento relativamente comprensible que se utiliza para respaldar la afirmación de que el Islam incita a la violencia de género es un versículo del Corán que examinaremos a continuación.
Se trata del versículo nº 34 del cuarto capítulo del Corán, cuya traducción sería más o menos la siguiente: Los hombres son responsables del cuidado de las mujeres en virtud de la preferencia que Dios ha dado a unos sobre los otros y de los bienes que ellos gastan. Las mujeres virtuosas son devotas hacia Dios y cuidan, en ausencia de sus maridos, de lo que Dios manda que cuiden. A aquellas de quienes temáis que se rebelen con animadversión, amonestadlas, dejadlas solas en el lecho y “dribuhunna” (¿pegadles?) Si os hacen caso, no os metáis con ellas. Dios es Excelso, Grande.
Versículo 34 del cuarto capítulo del Corán |
Y es hasta cierto punto comprensible que después de escuchar esto ciertas personas interpreten como machista el mensaje, ya que, el rebelde puede ser el marido y, sin embargo, el Corán no insta a la esposa a amonestarle ni pegarle. Esto es claramente cierto, pero la situación a la inversa es evidentemente imposible (que sea la mujer la que pegue), por lo que la mujer tiene otros medios para protegerse de la rebeldía o maldad de su marido, que están estipulados en la “Sharia”.
Aun así, esta discusión solo tiene sentido aceptando que la traducción anterior sea la más exacta, algo que es discutible. Es, por tanto, recomendable ahondar más en el tema.
Es muy importante saber que en el islam se utilizan, por consenso, 2 fuentes de “legislación”: en primer lugar, El Corán, y en segundo, relegado al primero, la “Sunna” (Tradición Profética o dichos Proféticos).
Los pasajes del Corán fueron llevados a la práctica por el Profeta Muhammad, que era el predicador y defensor de que el Corán es una revelación Divina, por lo que solamente de sus palabras, acciones y enseñanzas podemos descifrar la interpretación de muchos de los versículos que hay en el Corán. Esto es así porque sería contradictorio presumir que el Corán es palabra Divina y no aplicar su propio mensaje.
Además, es necesario hacer este análisis porque ciertos versículos coránicos pueden ser ambiguos o parecer no encajar con el resto de la doctrina islámica, como es este caso.
El mismo Corán dice lo siguiente al respecto (3:7): Él es Quien te ha revelado la Escritura. Algunas de sus aleyas son unívocas y constituyen la base del Libro, mientras que otras son susceptibles de interpretación. La gente de corazón extraviado siguen las interpretables por espíritu de discordia y por ganas de dar la interpretación de ello. Pero nadie sino Alá conoce su correcta interpretación…
Entonces, para saber el lugar que tiene el maltrato doméstico en el islam, veamos lo que hizo y dijo el Profeta Muhammad (Mahoma) sobre este tema:
En primer lugar, no hay ningún relato recogido de que Muhammad hubiera pegado nunca a nadie, aunque tuvo razones y ocasiones para hacerlo, incluso con alguna de sus esposas. Y no solo eso, sino que además se han transmitido relatos en los cuales se enfadó con gente por haber pegado o maltratado, no a personas, sino a animales, ¡e incluso árboles!, cuya integridad protege el islam.
Pero para comprender la veracidad de esto es necesario mencionar que, a diferencia de otras religiones, en el Islam solo se acepta como “tradición profética” aquellos relatos y testimonios recogidos de la época cuyo contenido y transmisores son estudiados a fondo mediante un método científico, para discernir los relatos históricamente fiables de los que no lo son.
Uno de los dichos conocidos de Muhammad es: “El mejor de entre vosotros es aquél que mejor trate a su esposa”, y su esposa Aisha también relató que aprovechaba cualquier ocasión para tener gestos de cariño con ella. Es conocido asimismo, según otro relato, que un día que Abu Bakr (padre de Aisha), quería pegarle a su hija tras un enfado con ella, Muhammad intervino para evitarlo. Lógicamente, esto no es propio de una persona machista que ve con buenos ojos la violencia de género o el sometimiento de la mujer.
A la luz de esto, es coherente concluir que este versículo del Corán realmente no incita a la violencia de género, porque si fuera así habría testimonios de que Muhammad o alguno de sus compañeros y seguidores lo hacían, y más bien es todo lo contrario, lo reprochaban.
Si realmente el islam buscara la denigración o el maltrato de la mujer, o ello formase parte de su doctrina, sería más lógico que ello estuviera mencionado en otros versículos, o con palabras cuyo significado directo sea hacer daño. Las cosas realmente importantes en el islam, como ser monoteísta y racional, tratar bien a la gente (y especialmente a los padres), ser benevolente con pobres y huérfanos, ser humilde y paciente, dar limosna, etc., están mencionadas múltiples veces en el Corán, sin embargo, la violencia de género no. Es cuestionable incluso decir que el versículo en cuestión haga apología a la violencia de género.
Además, se menciona justamente en el versículo siguiente (4:35) que si hay posibilidad de ruptura sentimental dentro del matrimonio, se debe organizar una reunión con un familiar sabio de cada uno de los cónyuges para intentar llegar a una solución (siendo que el divorcio está permitido).
Si es islam promoviera el autoritarismo del hombre por la fuerza, este versículo debería más bien decir que hay que pegar o amenazar a las mujeres hasta que obedezcan, en vez de buscar una solución pacífica, como claramente indica el versículo recién mencionado.
Es de sobra sabido que el mensaje del Islam fue revelado a una sociedad en la que la misoginia era tal que se llegaban a enterrar niñas vivas, por la rabia de que no hubieran nacido varones. También se practicaba la poligamia sin límites y las esclavas de guerra eran violadas sin reparo. Todo esto, y más fue recriminado y reformado por el Corán.
Es por todo esto que los sabios musulmanes, aquellos a los que se atribuye autoridad y guía en materia de religión (por haber dedicado gran parte de su vida al estudio de los textos islámicos), se han dividido a la hora de dar explicación a este versículo: según algunos “dribuhunna” no significaría “pegar” sino “llamar la atención” mediante un leve contacto físico. Otro grupo es de la opinión de que sí significa pegar, pero bajo unas estrictas normas, que son:
1. No pegar nunca en la cara, 2. No hacerlo ni con la mano ni con un objeto grande, sino con algo del tamaño de un lápiz, 3. No pegar de manera que deje una mínima rojez o marca.
Si se juntan estas restricciones y se imagina una escena… sería ridícula. Esa es la interpretación más “violenta” de este versículo. Es por ello que siendo coherentes con la polisemia de la palabra, es probablemente más lógico decir que el verbo hace referencia a un contacto físico de advertencia. El único fin que podría haber en ello es llamar la atención a la esposa, para evitar una discusión mayor.
Además, en el susodicho versículo está mencionado este verbo en último lugar, después de “aconsejarla” y no acostarse en el mismo lecho.
La mayoría de los musulmanes religiosos jamás le pondrían la mano encima a ninguna mujer. Dicho lo cual, hay que reconocer y combatir el hecho de que en ciertos países árabes de mayoría musulmana, la violencia de género y otras formas de machismo están generalizadas hasta cierto punto.
Estaría de más tener que explicar que la cultura de una sociedad que se autoproclama de una religión no tiene por qué reflejar las enseñanzas de esa religión. Es por ello que nadie asocia los delitos de países de mayoría cristiana al Cristianismo en sí, ni tampoco las acciones del régimen nacional-socialista liderado por Hitler, que decía ser cristiano.
Decir, por ejemplo, que el cristianismo promueve el exterminio de judíos porque un supuesto cristiano lo haya impulsado es igual de absurdo que acusar al islam de machista porque ciertos musulmanes lo sean. Así como también es absurdo que se asocie el terrorismo al islam porque un reducido grupo de ellos (menos de un 0,01% de los musulmanes) defienda el terrorismo.
Pocos o ningún predicador musulmán justifica ni incita al maltrato o abuso en el matrimonio, por lo que, incluso si uno se niega a creer lo anteriormente explicado, a efectos prácticos no está permitido el maltrato. Aún así, tristemente, siempre hay gente que, sin ser musulmanes ni haber estudiado las ciencias islámicas, se creen expertos en el tema.
Tanto los musulmanes como los que no lo son deberían estar unidos en la lucha contra la tergiversación de los hechos y las injusticias sociales. Mientras que no se colabore en ello, será difícil superar ciertos problemas sociales.
Ismael Ousalah
Lorca, 8 de marzo de 2017
Toda esta sarta de mentiras no se las cree ni el tal Ismael...
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