Islam en Murcia - 24.01.17
Fuente: FUNCAS
La crisis ha cambiado el contexto laboral, social y legislativo de los inmigrantes
La antigüedad media de los inmigrantes residentes es de 13 años
Fuente: FUNCAS
La crisis ha cambiado el contexto laboral, social y legislativo de los inmigrantes
La antigüedad media de los inmigrantes residentes es de 13 años
Senegaleses de Barcelona comparten su experiencia migratoria |
Madrid, 23 de enero de 2017 -. La sociedad española avanza hacia una mayor tolerancia o aceptación de la inmigración, pese al contexto de empleo aún desfavorable, a lo que contribuye la menor percepción de presencia migratoria y de mayor control de los flujos migratorios, además del efecto de la empatía y del conocimiento mutuo tras años de convivencia con inmigrantes. El último número de Panorama Social, publicación editada por Funcas, aborda el nuevo escenario migratorio resultante de la crisis en el que confluyen tres procesos que lo diferencian del periodo anterior.
En primer lugar, la crisis ha cambiado el contexto laboral, social y legislativo de los inmigrantes. En segundo lugar, buena parte de los inmigrantes cuenta ya con una relativa antigüedad de la residencia. Y, por último, los inmigrantes han sido agentes activos tanto en su integración social como en su respuesta a la crisis, para lo que han puesto en marcha estrategias en diferentes ámbitos y con distintos resultados. La "nueva fase migratoria" española implica un periodo de madurez de la población inmigrante, pues la antigüedad media de los inmigrantes residentes en España era de 13 años en 2016, tras un periodo iniciado en 2000 en el que se registraron llegadas anuales superiores a los 800.000 inmigrantes.
El número "El nuevo escenario migratorio en España" plantea la necesidad de adaptar las políticas públicas a la nueva realidad, considerando a los inmigrantes como una parte estructural de la población y mejorando el conocimiento sobre la diversidad y sobre las dinámicas que puedan generar desigualdad a largo plazo.
Mª Ángeles Cea (Universidad Complutense de Madrid) recuerda en su artículo el elevado rechazo a la inmigración en momentos de crecimiento económico en España (2001-2007), circunstancia determinada por el fuerte aumento de la inmigración en un breve período de tiempo y que propició su consideración de "amenaza". El descenso de la presencia inmigratoria real y la percibida explican, entre otras razones, el decreciente rechazo a la inmigración.
Antonio Izquierdo (Universidade da Coruña) se centra en las implicaciones políticas del nuevo escenario migratorio. En su opinión, las actuales circunstancias exigen un giro en las políticas sobre migración, priorizando una política de ciudadanía y de gestión de la diversidad cultural y religiosa, pero también de selección de los flujos en función de las características de edad y capital humano de los inmigrantes. Según recoge el artículo, el peso de los extranjeros sobre el total de la población se sitúa en el 10% (dos puntos menos que en el máximo de 2011), y el de los nacidos en el extranjero, en el 14%, habiendo cedido solo un punto respecto al máximo de 2012. La reducción del stock de extranjeros es engañosa, ya que está vinculada, en gran parte, al elevado número de concesiones de ciudadanía española.
Para el autor, el problema más urgente es el de los cerca de 660.000 parados inmigrantes (EPA del tercer trimestre de 2016). Si en 2008, tres de cada cuatro foráneos parados llevaban en situación de desempleo menos de un año (72,6%) frente a dos de cada tres autóctonos parados (63,6%), en 2016 las proporciones empeoraron: menos del 50% de los desempleados españoles y de los extranjeros en paro (el 50% y el 46%, respectivamente) llevan en esa situación menos de un año. Por el contrario, un tercio de los inmigrantes desempleados (33%) llevan más de dos años en paro, una proporción algo menor que la de los españoles desempleados que han superado dos años de paro (40%).
Jacobo Muñoz-Comet (UNED) enfoca su atención sobre los inmigrantes adultos residentes en España que, enfrentados a la crisis, han decidido volver a estudiar. Su estudio revela que, en términos generales, los españoles adultos retomaron los estudios en mayor medida que los inmigrantes. El análisis muestra además que los inmigrantes con más dificultades para integrarse a su llegada son también los que han tenido menos oportunidades para emprender estudios en España. Este hecho puede acabar abriendo una brecha entre los propios inmigrantes, ya que quienes tienen un perfil menos adecuado para competir en el mercado de trabajo tampoco consiguen apropiarse del recurso por excelencia para mejorar su inserción laboral: la educación formal.
El artículo de Albert Arcarons (Instituto Universitario Europeo, Florencia) analiza la actividad de las mujeres inmigrantes en el mercado laboral comparando España, un país de reciente inmigración, y Reino Unido, un país tradicional de inmigración. Los resultados del análisis ponen de relieve que la brecha de género en la tasa de actividad, incluidos nativos e inmigrantes, es similar en los dos países. Por otro lado, mientras que en España no se observan diferencias significativas en relación a la actividad entre mujeres nativas y nacionales de países extracomunitarios, en Reino Unido la diferencia es sustancial. En este sentido, es relevante tener en cuenta que, en España, un 40% de las mujeres extracomunitarias declara haber migrado por motivos laborales, mientras que en Reino Unido solo lo hace un 14%.
Joaquín Recaño (Centro de Estudios Demográficos, Barcelona) analiza el papel de la población nacida en el extranjero en las pautas de movilidad geográfica en España. Los inmigrantes han protagonizado una media del 25% de todos los cambios de residencia entre los años 2001-2015. Muestran tasas más elevadas de movilidad que la población autóctona y mayor flexibilidad. En 1998, estos movimientos significaban sólo el 6,5% de los desplazamientos internos; en 2001 ya representaban el 13% y registraron un máximo en 2008, cuando alcanzaron el 32% de todos los cambios de municipio. A partir de ese año, la proporción cayó, en congruencia con el descenso de los flujos de entrada del exterior, hasta el 26% de 2015.
Por su parte, Héctor Cebolla y Leire Salazar (UNED) estudian las desigualdades en salud entre la población inmigrante y la nativa, a través del análisis de un indicador de salud perinatal, el peso al nacer. Los autores encuentran que, al igual que en otros países, los inmigrantes presentan ventajas respecto al menor riesgo de bajo peso al nacer, pero aportan evidencias sobre la mayor incidencia de macrosomia (alto peso), un indicador que se relaciona con la obesidad en la infancia y la edad adulta, y con las consiguientes enfermedades.
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