Islam en Murcia - 15.06.16
Fuente: Entreculturas
Fuente: Entreculturas
Juan, Mohannad, Ana María, Amina y Natalia |
Madrid,
15 de junio de 2016-. Esta mañana, las obras sociales de la
Compañía de Jesús (Servicio Jesuita a Migrantes, ALBOAN, Entreculturas y
Fundación San José) han presentado con la colaboración de Casa Árabe la
iniciativa #YoSoyTierraDeAcogida.
Frente al rechazo de Europa a las personas refugiadas, se quiere sumar apoyos
al manifiesto “Las
personas refugiadas deben ser bienvenidas” (a través de firmas) para exigir
a los representantes políticos que emprendan políticas de acogida y de respeto
de los derechos humanos. La iniciativa se enmarca dentro de la campaña HOSPITALIDAD con motivo del 20 de junio, Día Mundial de las personas
refugiadas y desplazadas. La campaña también quiere apoyar proyectos
concretos de cooperación internacional que simbolizan “tierras de acogida” y reforzar una educación que prevenga el racismo
y la xenofobia.
En el
transcurso de la presentación se han esbozado algunas razones para acoger a la
población refugiada: Por justicia y por derecho (por el derecho de asilo, ya
que el acuerdo con Turquía “se desliza peligrosamente hacia la ilegalidad”); por
fidelidad a los valores europeos; por memoria a nuestra historia y porque nos
ayuda, ya que economistas y demógrafos señalan que la acogida aportará
beneficios a la envejecida población europea, contribuyendo además al
crecimiento económico y al pago de las pensiones.
También se ha
puesto énfasis en que frenar los movimientos migratorios implica trabajar en
las causas. Debemos mirar más allá de nuestras fronteras y ser conscientes de que
hoy existen más de 60 millones de
personas refugiadas y desplazadas en el mundo, es decir, casi 1 de cada 100
habitantes en el planeta es refugiado o desplazado. Se ha recordado cómo
algunas situaciones coyunturales como la guerra o la inestabilidad provocan el
desplazamiento masivo de personas como en países como Siria, Sudán del Sur, o
República Democrática del Congo y cómo hay
otras causas más globales y estructurales que las generan: el cambio climático,
la pobreza y la desigualdad. La mayoría de los refugiados, el 85%
permanecen en países fronterizos a países en guerras.
De los 60
millones obligadas a huir en el mundo, 19,5 son refugiados, 38,2 desplazados
internos y 1,8 solicitantes de asilo. Las
regiones en desarrollo o los países cercanos a otros en conflicto acogen al 86%
de los refugiados del mundo: 12,4 millones de personas, siendo países mucho
más pobres que Europa. Durante el acto, Cristina
Manzanedo, coordinadora de Incidencia del Servicio Jesuita a Migrantes ha
pedido “aumentar el apoyo a los países
próximos que acogen cifras elevadas de refugiados” ya que “a estos países no llega la ayuda humanitaria
en las cantidades prometidas y las condiciones de vida de las personas
refugiadas allí son frecuentemente desesperadas”.
También se ha puesto de manifiesto la
debilidad del sistema de asilo. Así, Manzanedo ha explicado las últimas cifras:
“En 2015 se resolvieron 3000 solicitudes
de asilo y de ellas sólo se concedió asilo a 1000 personas”. Aquellas
personas a las que se les deniega el asilo pueden ser deportadas en cualquier
momento aunque tengan motivos para no volver a su país. Este es el caso de Ana María
y Natalia (nombres falsos para proteger su identidad), madre
e hija centroamericanas que viven en España y a las que se les ha denegado el
asilo quedando así en situación de inmigrantes irregulares.
Ana
María formaba parte del Concejo Municipal, llevando el área de equidad de
género. Como ha contado, “las represalias
vinieron porque apoyé que fuera una mujer quien representara la próxima
candidatura a las elecciones”, entonces “el alcalde hizo fuerza con las maras y empezaron amenazas concretas
contra mí y mi familia en general”. Y lamenta que al llegar a España “No solicité asilo porque desconocía que
había esa posibilidad. Nadie me informó ni me orientó.” Sus problemas
continuaron en su país cuando su hija pequeña empezó a ser también amenazada
por las maras al conocerse de quién era hija. Natalia, de 14 años, que huyó
también a España, nos ha dado su testimonio: “El hombre que amenazó a mi
madre era maestro donde yo estudiaba (…) Cuando averiguaron quién era mi madre
me acosaba con las pandillas (…) Un día al terminar un partido me rodearon y me
pidieran que fuera novio de uno de los integrantes de la pandilla o atentarían
contra mi familia”. Por eso “Tuve que
salir de mi país sin finalizar mis estudios” y “cuando llegué a
España tuve que volver a nacer.”
Otras personas pueden llevar más de 7 años
esperando la resolución de su denegación de asilo como Juan
María (nombre falso para proteger su identidad), profesor guineano
residente en España. Era político en su país, Guinea Ecuatorial y fue
encarcelado por oposición al régimen, que le consideraba traidor. La presión
internacional, especialmente la de España, hizo que le dejaran en libertad.
Tuvo que huir del país ante las amenazas a él y su familia pero a día de hoy “No he recibido ninguna respuesta al recurso
que interpuse cuando se me denegó la petición de asilo”. Como ha narrado: “Vine a España por los vínculos que hay entre
Guinea y España” y “mi reto aquí en España era terminar
mis estudios. Pero no he podido acabarlo por las persecuciones.”
Mohannad Doughem, ingeniero y músico sirio-palestino se ha visto obligado a
separarse de su familia y quedarse en España. Ahora tiene su solicitud de asilo
en trámite y reside en Sevilla. Natural de Aleppo
(Siria), donde daba clase en la Facultad de Ingeniería Eléctrica de la
Universidad a la vez que trabajaba en una empresa francesa. “Yo tenía una vida normal en un país precioso
y tranquilo. Pero empezó la guerra y vi que no había soluciones cercanas en el
tiempo” nos ha contado. Por ello decidió huir: “Solo podía ir a Argelia o Malasia porque tengo nacionalidad palestina.
Eso hace muy difícil que algún país me acoja o me de un visado.” En Argelia
trabajó para poder sacar a toda su familia de Siria. “Tuve que organizar dos viajes peligrosos a través del mar para mi
familia: mi hermano de Argelia a Italia por mar y mi familia de Turquía a
Grecia también por mar.” Una vez que toda su familia estaba a salvo en
Suecia, él salió rumbo a Europa, entrando en España por Melilla. Quiso viajar a
Suecia pero allí me dijeron “que tenía
que volver a España por el convenio de Dublín.”
Por
último, Amina Al Zein, refugiada
siria, debido a la guerra se vio obligada a desplazarse a Líbano. En Siria
tenía una escuela, que había construido en su propia casa y que atendía a 500
alumnos y alumnas. Tuvo que huir cuando la escuela fue bombardeada. Ahora en
Líbano ha continuado su trabajo educativo. Dirige la escuela Telyany del
Servicio Jesuita a Refugiados en Líbano. Amina vivió cómo se murieron varios de
sus alumnos niños de su escuela de Homs: “Cada vez que hablo de la escuela me pongo
triste. Es un lugar en que he intentado dar educación a los niños y ahora mismo
está totalmente destruido.” Para
ella “reconstruir un país es algo material,
pero reconstruir el futuro es algo más complejo.” Por eso continúa
dedicándose a la educación en Líbano porque “para
que los niños puedan volver a Siria y reconstruir su futuro, habrá que trabajar
con la cultura y educarles.”
Cristina Manzanedo cerraba el acto
haciendo referencia a que frente al rechazo a las personas refugiadas, frente
al miedo, el racismo y la xenofobía hay que decir “¡No! En mi nombre no. Yo soy tierra de acogida”.
Se pueden
consultar las peticiones que se hacen a los representantes políticos aquí
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