Fuente: La Verdad
El Estado español ejerce desde hace años un silencioso control sobre los centros de oración para detectar actitudes radicales
Antes que las obras son las palabras. Tal
es la premisa que justifica el control que, desde distintas estructuras
del Estado español, se trata de mantener desde hace años sobre centros
islámicos, mezquitas y pequeños lugares de oración. Preocupa el
discurso, la palabra, el verbo..., pues son la semilla que, una vez
lanzada al aire y caída en tierra fertil, hará brotar la espiga o el
espino. Si se predica paz y amor al prójimo, habrá manos tendidas; si es
guerra y odio lo que brota de las gargantas de los imanes..., siempre
habrá alguien dispuesto a armar su mano y a alzarla contra otro. Los
atentados yihadistas del 11-9-01 en Estados Unidos y, tres años más
tarde, los perpetrados en Madrid, desvelaron con inconcebible horror la
realidad de un terrorismo, no nuevo, pero sí bastante desconocido y casi
despreciado hasta entonces como la auténtica amenaza que significaba.
Un terrorismo de vocación global que a los habituales componentes
ideológicos y geopolíticos sumaba una fuerte carga religiosa. El
yihadismo. Una forma de terror que se activa con soflamas.
Golpeados en lo más hondo, en su propia casa, los servicios
de información se conjuraron en 2004 para combatir esa forma de
terrorismo, el de corte islamista radical, con igual determinación,
esfuerzos y medios con los que durante décadas batallaron contra ETA, ya
para entonces muy disminuida. Los 'barbudos' pasaron a sustituir a los
de la 'txapela' en el primer puesto del listado de prioridades, aunque
con el 'handicap' de que en ese terreno estaba aún todo por hacer.
«Antes del 11-M, los cuerpos y fuerzas de seguridad no
disponían siquiera de traductores de árabe», alertaba en 2006 un
exasesor del Ministerio del Interior, Fernando Reinares, catedrático de
Ciencia Política de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid e
investigador principal de terrorismo internacional en el Real Instituto
Elcano. Una revelación, efectuada con motivo de su participación en el
curso 'Los nuevos desafíos del terrorismo', organizado por la
Universidad de Murcia (UMU), que permite imaginar hasta qué extremo ese
tipo de tarea se encontraban en mantillas, así como la urgencia con la
que se busco empezar a ponerle remedio.
Dos meses después de que aquel grupo de fanáticos reventara
los trenes en Madrid, cobrándose casi dos centenares de vidas, el
ministro del Interior, José Antonio Alonso, anunció un plan de choque
que, entre otras muchas medidas dirigidas a impedir la actuación de
células radicales en España, permitiría multiplicar por seis, de manera
casi inmediata, el número de agentes de la Guardia Civil y del Cuerpo
Nacional de Policía dedicados a investigar y combatir el terrorismo
internacional.
Desde ese momento, además, Murcia pasaba a estar incluida
entre las siete 'zonas rojas' que requerían de una especial atención de
los servicios de información del Estado, junto con Madrid, Cataluña,
Comunidad Valenciana, Andalucía, La Rioja y Navarra. Se estaban poniendo
las primeras piezas de una armadura que, muy probablemente, deberá
mantenerse activada durante décadas.
Tocando fibra sensible
Casi una década más tarde, «la situación ha cambiado de
manera drástica», según admiten fuentes de las fuerzas y cuerpos de
seguridad del Estado. Los servicios antiterroristas ya no solo disponen
de traductores de árabe -un asunto que fue solucionado en breve plazo-,
sino de un nivel de conocimientos sobre el terrorismo islamista
infinitamente superior al que entonces tenían.
Aunque ni mucho menos de manera exclusiva, la vigilancia y
el control de las mezquitas y lugares de oración -75 registradas en la
Región en la actualidad, más otras 15 no legalizadas-, así como de sus
líderes religiosos y de sus proclamas, constituyen una pieza fundamental
de esa tarea. En primer lugar, porque en torno a estos centros se
articula una parte importante de la vida de la comunidad islámica, cuyos
miembros -en torno a 70.000 personas- suelen ser buenos cumplidores de
los preceptos que les impone su religión. Una circunstancia que lleva a
pensar que cualquier elemento integrista que pudiera llegar a Murcia
acabará, antes o después, dejándose notar en esos lugares de culto y
haciendo vibrar, que es de lo que se trata, algunas fibras sensibles de
la red de vigilancia.
Y, en segundo lugar, porque dependiendo del tipo de mensaje
-más moderado o más radical- que se lance desde esas mezquitas, algunos
de esos fieles más radicalizados pueden acabar dando un paso atrás, o
uno adelante, en su particular manera de concebir la 'Yihad' o 'Guerra
Santa'.
La lucha de FIRM y UCIDE
A lo largo de años, desde que en 2006 la Federación
Islámica de la Región de Murcia (FIRM) quedó constituida, a lo que
siguió un año más tarde la implantación de la Unión de Comunidades
Islámicas de España (UCIDE), los encargados de la lucha antiterrorista
han seguido con especial interés la incruenta, aunque siempre intensa
batalla entre ambas organizaciones por hacerse con el control de la
mayor parte de las mezquitas murcianas.
Un enfrentamiento simbolizado en las figuras de Mohamed
Reda El Qady, secretario de UCIDE, y Mounir Benjelloun, vicepresidente
de FIRM y actual presidente de la Comunidad Islámica en España (CIE), el
máximo órgano de representación de los dos millones de musulmanes que
residen en el país.
Mientras a UCIDE siempre se la ha considerado más moderada
en su manera de concebir y de predicar el islamismo, al contrario han
sido muchos los datos que han venido apuntando a una muy posible
vinculación de FIRM con 'Justicia y Caridad' (o 'Justicia y
Espiritualidad'). Este movimiento radical marroquí, fundado en 1987 por
el recientemente fallecido Abdessalam Yassine, aspira a destronar al rey
alauita Mohamed VI para instaurar un Estado Islámico, como también a
unificar todo el Islam para hacer frente a los Estados Unidos o la UE.
Aunque siempre han abominado públicamente de cualquier tipo
de violencia, la radicalidad de su discurso hace temer que algunos
fieles puedan hallar en ellos inspiración para acometer la 'Yihad'.
Elogios al «gran amado» sabio
UCIDE y la FIRM han mantenido una dura lucha por controlar
imanes y mezquitas, y se han entrecruzado fuertes acusaciones. Aunque
Mohamed Reda se declaraba este mismo viernes «amigo» de Benjelloun, y
recordaba que «salí en su defensa, publicando una carta, cuando se le
acusó de ser un radical», ello no le impidió manifestar en 2010 que «su
pensamiento, mezclado con la política, puede resultar peligroso».
Igualmente aseguró que en la Región «existen 6 ó 7 mezquitas que son
radicales» y advertir de que todas ellas estaban asociadas a FIRM.
Unas declaraciones que, sin embargo, acabó matizando apenas
24 horas después, y por las que pidió públicas disculpas a Benjelloun.
Las sospechas y la preocupación sobre esa aparente relación entre
directivos de FIRM y 'Justicia y Caridad' nunca se han disipado del
todo, por mucho que desde esa organización se ha insistido siempre en
negar cualquier vínculo. Y esta semana han vuelto a surgir con fuerza al
conocerse que Benjelloun viajó a Marruecos, el pasado diciembre, para
asistir a los funerales del fundador y máximo líder de 'Justicia y
Caridad', Abdessalam Yassine.
Especialmente llamativos fueron los elogios que, en una
'carta de condolencia', publicó en el blog de Rachid Boutarbouch,
considerado el líder de 'Justicia y Caridad' en España. Benjelloun
calificó al fallecido como «sabio de esta Umma» y expresó su pésame «a
la orbe musulmana y a la humanidad en general, en la pérdida de un
hombre que no se asemeja al resto de los hombres, por sus acciones
buenas, cuyo beneficio repercute y repercutirá sobre toda la humanidad».
Acababa la carta llamándole «querido ausente y gran amado».
Un vínculo que se estrecha
La muerte del fundador y principal inspirador de 'Justicia y
Caridad' no parece que vaya a traducirse ahora en un aflojamiento de
los lazos, siquiera afectivos, que mantiene con FIRM. El pasado 24 de
diciembre, apenas unos días después del entierro de Abdessalam Yassine,
representantes de este movimiento -ilegal, aunque tolerado en Marruecos-
anunciaron la designación de Mohammad Abbadi como secretario general y,
con ello, máximo dirigente y sucesor en el camino emprendido años atrás
por Yassine.
Una circunstancia que no parece que vaya a contribuir a
relajar las sospechas de vinculación entre 'Justicia y Caridad' y FIRM,
toda vez que Mohammad Abbadi mantiene buenas relaciones personales con
Benjelloun, según fuentes fidedignas consultadas por este periódico.
Prueba de ello, además, es que el ahora máximo dirigente del movimiento
radical ofreció una conferencia, el 25 de noviembre de 2006, invitado
por Benjelloun, en el Centro Islámico Assalam del barrio de San Andrés
de Murcia.
No fue la única ocasión en que Mohammad Abbadi pisó la
Región de la mano de los directivos de FIRM. Dos años más tarde, en
febrero de 2008, el entonces 'número dos' del Consejo de Orientación y
presidente del Consejo de Rectitudes de 'Justicia y Caridad' viajó a Los
Urrutias, junto al Mar Menor, para participar en unas jornadas
orientadas al adoctrinamiento de imanes.
Benjelloun, coordinador de la segunda jornada, que llevaba
por título 'Comunidades islámicas', volvió a ser tan contundente como
siempre en su discurso antiviolento. «Los imanes necesitan formación
sobre leyes, costumbres y realidad social españolas para comportarse
como ciudadanos de España y contribuir a la estabilidad democrática»,
advirtió en una rueda de prensa.
Y añadió que era necesario reconocer que aquí «todo el
mundo goza de derechos democráticos y no es un lugar en el que se pueda
llamar ni a la guerra santa, ni incitar al conflicto, al odio o a la
violencia, sino a la paz, al amor, a la tolerancia, a la
interculturalidad y al respeto de creencias distintas».
Menos convincente se mostró el portavoz de FIRM y
presidente de la Comunidad Islámica Al-Manar, Ibrahim Roubi. «Aquí no
miramos si uno es de una corriente del Islam o de otra. No miramos si es
de 'Justicia y Caridad' o es salafista [uno de los grupos que han
inspirado a terroristas islámicos]. El que tenga un problema con la Ley
que lo solucione. Si 'Justicia y Caridad' es ilegal en Marruecos es
porque han decidido que sea ilegal. Nosotros no censuramos a nadie».
El reciente nombramiento de Abaddi como máximo responsable
de 'Justicia y Caridad' no solo puede contribuir a estrechar las
relaciones con FIRM a través de Benjelloun. Y es que se da la
circunstancia de que el yerno de Abaddi, Said Mehdi, imán de una
mezquita de Cartagena, es otro de los dirigentes de FIRM.
Firmes defensores del velo
Más allá de polémicas sobre las influencias más o menos
integristas que esta asociación pueda tener, la lucha de FIRM ante la
instituciones murcianas se ha centrado durante años en conseguir que
haya profesores de religión islámica en los centros educativos -se
estima que hay unos 8.000 niños que podrían solicitar esa enseñanza-.
También se han mostrado especialmente combativos en los momentos en que
se ha puesto en cuestión el derecho de las niñas a llevar el velo en
clase. «Esa medida sería inconstitucional y además discriminaría y
aislaría (a las afectadas por la prohibición)», alertaron. Aunque
Benjelloun emplazó a 'La Verdad' para mantener una reunión este viernes
pasado -el miércoles y el jueves adujo no poder hacerlo, por tener
programadas reuniones y un viaje- tampoco ese día fue posible contactar
con él, ya que no respondía a las llamadas.
También el presidente de la Unión de Comunidades Islámicas
(UCIDE) en Murcia, Mohamed Reda, cortó la comunicación con este
periódico cuando se le iba a preguntar por el número y ubicación de los
centros islámicos más radicales. Dijo que iba a buscar datos concretos
sobre la distribución de mezquitas entre FIRM y UCIDE, pero tampoco
volvió a coger el teléfono.
Una actitud, en este caso compartida por ambos líderes, que
no parece la más adecuada para contribuir a despejar dudas ni tabúes
sobre la amplia, y sin duda mayoritariamente pacífica e integrada,
comunidad musulmana en la Región.
Un lugar habitual de paso y de descanso para miembros de células integristas
Antes que las obras son las palabras. Tal
es la premisa que justifica el control que, desde distintas estructuras
del Estado español, se trata de mantener desde hace años sobre centros
islámicos, mezquitas y pequeños lugares de oración. Preocupa el
discurso, la palabra, el verbo..., pues son la semilla que, una vez
lanzada al aire y caída en tierra fertil, hará brotar la espiga o el
espino. Si se predica paz y amor al prójimo, habrá manos tendidas; si es
guerra y odio lo que brota de las gargantas de los imanes..., siempre
habrá alguien dispuesto a armar su mano y a alzarla contra otro. Los
atentados yihadistas del 11-9-01 en Estados Unidos y, tres años más
tarde, los perpetrados en Madrid, desvelaron con inconcebible horror la
realidad de un terrorismo, no nuevo, pero sí bastante desconocido y casi
despreciado hasta entonces como la auténtica amenaza que significaba.
Un terrorismo de vocación global que a los habituales componentes
ideológicos y geopolíticos sumaba una fuerte carga religiosa. El
yihadismo. Una forma de terror que se activa con soflamas.
Golpeados en lo más hondo, en su propia casa, los servicios
de información se conjuraron en 2004 para combatir esa forma de
terrorismo, el de corte islamista radical, con igual determinación,
esfuerzos y medios con los que durante décadas batallaron contra ETA, ya
para entonces muy disminuida. Los 'barbudos' pasaron a sustituir a los
de la 'txapela' en el primer puesto del listado de prioridades, aunque
con el 'handicap' de que en ese terreno estaba aún todo por hacer.
«Antes del 11-M, los cuerpos y fuerzas de seguridad no
disponían siquiera de traductores de árabe», alertaba en 2006 un
exasesor del Ministerio del Interior, Fernando Reinares, catedrático de
Ciencia Política de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid e
investigador principal de terrorismo internacional en el Real Instituto
Elcano. Una revelación, efectuada con motivo de su participación en el
curso 'Los nuevos desafíos del terrorismo', organizado por la
Universidad de Murcia (UMU), que permite imaginar hasta qué extremo ese
tipo de tarea se encontraban en mantillas, así como la urgencia con la
que se busco empezar a ponerle remedio.
Dos meses después de que aquel grupo de fanáticos reventara
los trenes en Madrid, cobrándose casi dos centenares de vidas, el
ministro del Interior, José Antonio Alonso, anunció un plan de choque
que, entre otras muchas medidas dirigidas a impedir la actuación de
células radicales en España, permitiría multiplicar por seis, de manera
casi inmediata, el número de agentes de la Guardia Civil y del Cuerpo
Nacional de Policía dedicados a investigar y combatir el terrorismo
internacional.
Desde ese momento, además, Murcia pasaba a estar incluida
entre las siete 'zonas rojas' que requerían de una especial atención de
los servicios de información del Estado, junto con Madrid, Cataluña,
Comunidad Valenciana, Andalucía, La Rioja y Navarra. Se estaban poniendo
las primeras piezas de una armadura que, muy probablemente, deberá
mantenerse activada durante décadas.
Tocando fibra sensible
Casi una década más tarde, «la situación ha cambiado de
manera drástica», según admiten fuentes de las fuerzas y cuerpos de
seguridad del Estado. Los servicios antiterroristas ya no solo disponen
de traductores de árabe -un asunto que fue solucionado en breve plazo-,
sino de un nivel de conocimientos sobre el terrorismo islamista
infinitamente superior al que entonces tenían.
Aunque ni mucho menos de manera exclusiva, la vigilancia y
el control de las mezquitas y lugares de oración -75 registradas en la
Región en la actualidad, más otras 15 no legalizadas-, así como de sus
líderes religiosos y de sus proclamas, constituyen una pieza fundamental
de esa tarea. En primer lugar, porque en torno a estos centros se
articula una parte importante de la vida de la comunidad islámica, cuyos
miembros -en torno a 70.000 personas- suelen ser buenos cumplidores de
los preceptos que les impone su religión. Una circunstancia que lleva a
pensar que cualquier elemento integrista que pudiera llegar a Murcia
acabará, antes o después, dejándose notar en esos lugares de culto y
haciendo vibrar, que es de lo que se trata, algunas fibras sensibles de
la red de vigilancia.
Y, en segundo lugar, porque dependiendo del tipo de mensaje
-más moderado o más radical- que se lance desde esas mezquitas, algunos
de esos fieles más radicalizados pueden acabar dando un paso atrás, o
uno adelante, en su particular manera de concebir la 'Yihad' o 'Guerra
Santa'.
La lucha de FIRM y UCIDE
A lo largo de años, desde que en 2006 la Federación
Islámica de la Región de Murcia (FIRM) quedó constituida, a lo que
siguió un año más tarde la implantación de la Unión de Comunidades
Islámicas de España (UCIDE), los encargados de la lucha antiterrorista
han seguido con especial interés la incruenta, aunque siempre intensa
batalla entre ambas organizaciones por hacerse con el control de la
mayor parte de las mezquitas murcianas.
Un enfrentamiento simbolizado en las figuras de Mohamed
Reda El Qady, secretario de UCIDE, y Mounir Benjelloun, vicepresidente
de FIRM y actual presidente de la Comunidad Islámica en España (CIE), el
máximo órgano de representación de los dos millones de musulmanes que
residen en el país.
Mientras a UCIDE siempre se la ha considerado más moderada
en su manera de concebir y de predicar el islamismo, al contrario han
sido muchos los datos que han venido apuntando a una muy posible
vinculación de FIRM con 'Justicia y Caridad' (o 'Justicia y
Espiritualidad'). Este movimiento radical marroquí, fundado en 1987 por
el recientemente fallecido Abdessalam Yassine, aspira a destronar al rey
alauita Mohamed VI para instaurar un Estado Islámico, como también a
unificar todo el Islam para hacer frente a los Estados Unidos o la UE.
Aunque siempre han abominado públicamente de cualquier tipo
de violencia, la radicalidad de su discurso hace temer que algunos
fieles puedan hallar en ellos inspiración para acometer la 'Yihad'.
Elogios al «gran amado» sabio
UCIDE y la FIRM han mantenido una dura lucha por controlar
imanes y mezquitas, y se han entrecruzado fuertes acusaciones. Aunque
Mohamed Reda se declaraba este mismo viernes «amigo» de Benjelloun, y
recordaba que «salí en su defensa, publicando una carta, cuando se le
acusó de ser un radical», ello no le impidió manifestar en 2010 que «su
pensamiento, mezclado con la política, puede resultar peligroso».
Igualmente aseguró que en la Región «existen 6 ó 7 mezquitas que son
radicales» y advertir de que todas ellas estaban asociadas a FIRM.
Unas declaraciones que, sin embargo, acabó matizando apenas
24 horas después, y por las que pidió públicas disculpas a Benjelloun.
Las sospechas y la preocupación sobre esa aparente relación entre
directivos de FIRM y 'Justicia y Caridad' nunca se han disipado del
todo, por mucho que desde esa organización se ha insistido siempre en
negar cualquier vínculo. Y esta semana han vuelto a surgir con fuerza al
conocerse que Benjelloun viajó a Marruecos, el pasado diciembre, para
asistir a los funerales del fundador y máximo líder de 'Justicia y
Caridad', Abdessalam Yassine.
Especialmente llamativos fueron los elogios que, en una
'carta de condolencia', publicó en el blog de Rachid Boutarbouch,
considerado el líder de 'Justicia y Caridad' en España. Benjelloun
calificó al fallecido como «sabio de esta Umma» y expresó su pésame «a
la orbe musulmana y a la humanidad en general, en la pérdida de un
hombre que no se asemeja al resto de los hombres, por sus acciones
buenas, cuyo beneficio repercute y repercutirá sobre toda la humanidad».
Acababa la carta llamándole «querido ausente y gran amado».
Un vínculo que se estrecha
La muerte del fundador y principal inspirador de 'Justicia y
Caridad' no parece que vaya a traducirse ahora en un aflojamiento de
los lazos, siquiera afectivos, que mantiene con FIRM. El pasado 24 de
diciembre, apenas unos días después del entierro de Abdessalam Yassine,
representantes de este movimiento -ilegal, aunque tolerado en Marruecos-
anunciaron la designación de Mohammad Abbadi como secretario general y,
con ello, máximo dirigente y sucesor en el camino emprendido años atrás
por Yassine.
Una circunstancia que no parece que vaya a contribuir a
relajar las sospechas de vinculación entre 'Justicia y Caridad' y FIRM,
toda vez que Mohammad Abbadi mantiene buenas relaciones personales con
Benjelloun, según fuentes fidedignas consultadas por este periódico.
Prueba de ello, además, es que el ahora máximo dirigente del movimiento
radical ofreció una conferencia, el 25 de noviembre de 2006, invitado
por Benjelloun, en el Centro Islámico Assalam del barrio de San Andrés
de Murcia.
No fue la única ocasión en que Mohammad Abbadi pisó la
Región de la mano de los directivos de FIRM. Dos años más tarde, en
febrero de 2008, el entonces 'número dos' del Consejo de Orientación y
presidente del Consejo de Rectitudes de 'Justicia y Caridad' viajó a Los
Urrutias, junto al Mar Menor, para participar en unas jornadas
orientadas al adoctrinamiento de imanes.
Benjelloun, coordinador de la segunda jornada, que llevaba
por título 'Comunidades islámicas', volvió a ser tan contundente como
siempre en su discurso antiviolento. «Los imanes necesitan formación
sobre leyes, costumbres y realidad social españolas para comportarse
como ciudadanos de España y contribuir a la estabilidad democrática»,
advirtió en una rueda de prensa.
Y añadió que era necesario reconocer que aquí «todo el
mundo goza de derechos democráticos y no es un lugar en el que se pueda
llamar ni a la guerra santa, ni incitar al conflicto, al odio o a la
violencia, sino a la paz, al amor, a la tolerancia, a la
interculturalidad y al respeto de creencias distintas».
Menos convincente se mostró el portavoz de FIRM y
presidente de la Comunidad Islámica Al-Manar, Ibrahim Roubi. «Aquí no
miramos si uno es de una corriente del Islam o de otra. No miramos si es
de 'Justicia y Caridad' o es salafista [uno de los grupos que han
inspirado a terroristas islámicos]. El que tenga un problema con la Ley
que lo solucione. Si 'Justicia y Caridad' es ilegal en Marruecos es
porque han decidido que sea ilegal. Nosotros no censuramos a nadie».
El reciente nombramiento de Abaddi como máximo responsable
de 'Justicia y Caridad' no solo puede contribuir a estrechar las
relaciones con FIRM a través de Benjelloun. Y es que se da la
circunstancia de que el yerno de Abaddi, Said Mehdi, imán de una
mezquita de Cartagena, es otro de los dirigentes de FIRM.
Firmes defensores del velo
Más allá de polémicas sobre las influencias más o menos
integristas que esta asociación pueda tener, la lucha de FIRM ante la
instituciones murcianas se ha centrado durante años en conseguir que
haya profesores de religión islámica en los centros educativos -se
estima que hay unos 8.000 niños que podrían solicitar esa enseñanza-.
También se han mostrado especialmente combativos en los momentos en que
se ha puesto en cuestión el derecho de las niñas a llevar el velo en
clase. «Esa medida sería inconstitucional y además discriminaría y
aislaría (a las afectadas por la prohibición)», alertaron. Aunque
Benjelloun emplazó a 'La Verdad' para mantener una reunión este viernes
pasado -el miércoles y el jueves adujo no poder hacerlo, por tener
programadas reuniones y un viaje- tampoco ese día fue posible contactar
con él, ya que no respondía a las llamadas.
También el presidente de la Unión de Comunidades Islámicas
(UCIDE) en Murcia, Mohamed Reda, cortó la comunicación con este
periódico cuando se le iba a preguntar por el número y ubicación de los
centros islámicos más radicales. Dijo que iba a buscar datos concretos
sobre la distribución de mezquitas entre FIRM y UCIDE, pero tampoco
volvió a coger el teléfono.
Una actitud, en este caso compartida por ambos líderes, que
no parece la más adecuada para contribuir a despejar dudas ni tabúes
sobre la amplia, y sin duda mayoritariamente pacífica e integrada,
comunidad musulmana en la Región.
Un lugar habitual de paso y de descanso para miembros de células integristas
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