Ihab Fahmy es el coordinador de la Comunidad Islámica en la Comunitat Valenciana y Murcia. Cada mañana cocina algo para sus cinco hijos en su hogar de Picanya antes de que salga el sol. Algo ligero, ningún atracón. Después llega el ayuno, una vía para purificar el cuerpo y la mente. «Durante este mes dominamos el físico para liberar el espíritu. Con la abstinencia consigues que primero se purifique el estómago, donde nacen la mayoría de las enfermedades».
Este musulmán realiza siempre la primera comida del día junto a su familia, después llega el 'Fayr', la primera oración, y después se retiran a descansar «dos o tres horas». Cuando el sol se esconde, a las nueve y cuarto, rompen el ayuno. «Mucha gente, por desconocimiento, piensa que ahí nos hinchamos a comer, pero la mayoría toma algo ligero: yogur, cereales... Yo, que soy egipcio, tengo mucha costumbre de comer habas».
Durante el mes aprovechan el ramadán para «acordarse de los más desfavorecidos». Los responsables de la mezquita de Méndez Núñez ofrecen un comedor especial para aliviar a los hombres que viven solos como pueden. También visitan a los 'sin papeles', a los ilegales, y les ofrecen dátiles, dulces y algo de leche porque ellos, durante este mes, realizan un esfuerzo doble: el ayuno y sus circunstancias personales. Aunque también los hay con una vida acomodada y que ese mes no trabajan. «El ramadán siempre es mucho mejor de vacaciones».
Comentarios
Publicar un comentario