Paulino Ros
Islam en Murcia, 16.05.11
Kevin es camarero en un bar que ha reabierto hoy, cinco días despues del terremoto. Le doy un billete de 10 euros para que se cobre dos cafés. No tiene cambio, me dice que da igual, que ya se lo pagaré.
Mohamed vive en Totana. Lo veo con chaleco amarillo de voluntario, dentro del campamento del Huerto de la Rueda. Dice que en cuanto se enteró de que hacían falta intérpretes, cogió su moto, y se vino a Lorca, a ayudar.
Antonia se acerca con su hijo a buscar asitencia psicológica al centro de mando instalado a las puertas del Recinto Ferial de Santa Quiteria. Su hijo tiene miedo a volver a su casa, no puede dormir.
Adela repasa la lista: en total 45 niños han estado jugando, disfrutando, riendo en el taller colectivo preparado por Save the Children en un pabellón del recinto ferial.
Hassan lleva casi 20 años en Lorca. Ha tenido suerte, su casa no se ha visto afectada, y desde el viernes ha vuelto a sus tareas agrícolas. Mañana llevará a sus tres hijos al colegio público San Cristobal. Hoy los ha dejado con una vecina, lorquina, de la que me habla muy bien, es siempre muy amable con ellos.
Pedro y Juani son profesores de un colegio público de Lorca que se ha salvado del terremoto y hoy ha abierto sus puertas, pero los niños, casi todos, se han quedado en sus casas. O en el campamento. Hasta allí se han acercado los dos maestros para ver a sus alumnos, querían estar con ellos.
Son nombres figurados de protagonistas de historias reales que hoy me he encontrado en Lorca, donde me ha tocado reportajear para Onda Regional de Murcia el intento de vuelta a la normalidad de una población todavía aturdida tras lo ocurrido.
No es posible darse una idea de la magnitud del desastre sin ver la ciudad y mezclarse con sus gentes. Queda mucho, muchísimo trabajo por hacer, aunque todo será mucho más fácil si todos aportamos algo, y todos estamos aportando algo, lo he comprobado, lo he notado. La ciudad se estremece, de solidaridad. Porque todos somos Lorca, todos hacemos Lorca.
Islam en Murcia, 16.05.11
Kevin es camarero en un bar que ha reabierto hoy, cinco días despues del terremoto. Le doy un billete de 10 euros para que se cobre dos cafés. No tiene cambio, me dice que da igual, que ya se lo pagaré.
Mohamed vive en Totana. Lo veo con chaleco amarillo de voluntario, dentro del campamento del Huerto de la Rueda. Dice que en cuanto se enteró de que hacían falta intérpretes, cogió su moto, y se vino a Lorca, a ayudar.
Antonia se acerca con su hijo a buscar asitencia psicológica al centro de mando instalado a las puertas del Recinto Ferial de Santa Quiteria. Su hijo tiene miedo a volver a su casa, no puede dormir.
Adela repasa la lista: en total 45 niños han estado jugando, disfrutando, riendo en el taller colectivo preparado por Save the Children en un pabellón del recinto ferial.
Hassan lleva casi 20 años en Lorca. Ha tenido suerte, su casa no se ha visto afectada, y desde el viernes ha vuelto a sus tareas agrícolas. Mañana llevará a sus tres hijos al colegio público San Cristobal. Hoy los ha dejado con una vecina, lorquina, de la que me habla muy bien, es siempre muy amable con ellos.
Pedro y Juani son profesores de un colegio público de Lorca que se ha salvado del terremoto y hoy ha abierto sus puertas, pero los niños, casi todos, se han quedado en sus casas. O en el campamento. Hasta allí se han acercado los dos maestros para ver a sus alumnos, querían estar con ellos.
Son nombres figurados de protagonistas de historias reales que hoy me he encontrado en Lorca, donde me ha tocado reportajear para Onda Regional de Murcia el intento de vuelta a la normalidad de una población todavía aturdida tras lo ocurrido.
No es posible darse una idea de la magnitud del desastre sin ver la ciudad y mezclarse con sus gentes. Queda mucho, muchísimo trabajo por hacer, aunque todo será mucho más fácil si todos aportamos algo, y todos estamos aportando algo, lo he comprobado, lo he notado. La ciudad se estremece, de solidaridad. Porque todos somos Lorca, todos hacemos Lorca.
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