La Verdad.18.05.11 - 01:08 - A. S. / T. M. M. / P. W. R. | LORCA
Muchos damnificados de origen magrebí han optado por abandonar Lorca y marcharse a su país
Un millar de afectados permanecen en el campamento de Torrecilla tras la reunificación
El asfalto arde bajo sus pies pintados con 'henna'. Sobre el regazo abraza a una niña que duerme plácidamente, ajena a todo lo que está sucediendo. Su madre, Layla, que llegó de Marruecos hace tres años, no puede evitar emocionarse cuando habla de lo que sucedió el pasado miércoles, mientras espera en la larga cola para entrar en el unificado campamento de damnificados de Torrecilla. «No sé si quiero seguir temblando, si merece la pena estar lejos de mi familia en una tienda de campaña. Quería algo mejor para mi hija, pero no quiero perder la vida en un nuevo terremoto.
Ya me la jugué y gané, y ahora no quiero perder».
No quiere seguir hablando porque sus ojos se llenan de lágrimas. En la misma cola, recostado sobre sus enseres más preciados, que guarda en una pequeña bolsa de cuadros, está Carlos Alberto Ramírez. Junto a él, en una manta, sus dos pequeños: Carlos, de tres años, y Lucas, de cinco. «Están agotados. Aquí es difícil descansar. Hace mucho calor», cuenta, para añadir que «mi mujer y yo estamos pensando mandar a nuestros hijos de vuelta a Ecuador. Ella también se marchará».
No son los únicos, ya que parece que en los últimos días muchos han optado por intentar volver a sus países de origen. Pero hay otros que han llegado estos días. «Se corrió la voz de que nos iban a dar una casa y 6.000 euros y vinieron compatriotas de Almería y Huelva. Como no era cierto, algunos se han tenido que regresar», añade Jerónimo Conchita.
La cola de los que esperan para entrar en el campo de refugiados se hace más larga con la llegada de nuevos autobuses. La mayor parte de los que llegan son extranjeros, aunque también hay algunos españoles. «Pocos, somos muy pocos los que estamos aquí de Lorca. Yo vivía en el barrio de San Pedro. Mi casa está en rojo, pero espero que pronto le pongan un código amarillo y me marcho», aseguran Antonio y María, un joven matrimonio.
«No queremos estar aquí. Estamos intentando irnos con unos amigos que tienen una casa en el barrio de San Juan y que nos pueden dejar una habitación», agregan. Los enseres de unos y otros guardan también cola. No sólo hay ropa, sino también toda clase de objetos. Incluso colchones. «Nos dio tiempo a sacar todo lo que teníamos. Lo llevamos al campamento del Huerto de la Rueda y, ahora, nos lo hemos traído aquí», explican Mohamed Admir y su esposa.
Ambos llevan en España seis años. Vinieron para trabajar y ahorrar algún dinero. «Tenemos dos hijos que viven con mi madre en Marruecos. Queríamos ahorrar algo de dinero para comprar una casa, los electrodomésticos y un coche. Después del terremoto nos hemos dado cuenta de que tenemos todo lo que queremos y quizás nos marchemos si no nos dan una casa».
Vivían de alquiler en un edificio de Juan Carlos I, según cuentan, y añaden que «nos han dicho que si estamos empadronados en Lorca tenemos derecho a una casa y dinero». Preguntan una y otra vez si es cierto que les darán una vivienda en propiedad por haber sido damnificados del terremoto.
Entre los que esperan, muchos denuncian que hay personas que ni siquiera residían en Lorca. «Acaban de llegar. Vinieron ayer mañana [por anteayer]. Tienen la ropa limpia, lavada, planchada y llevan hasta maletas con todo ordenado. Nosotros salimos con lo puesto. No hay derecho a que reciban las mismas atenciones». Cuando la periodista le pregunta su nombre afirma que prefiere permanecer en el anonimato, aunque añade que «muchos pueden constatar lo que os estoy diciendo, porque los han visto».
Se muestran agradecidos por las atenciones de los militares, de los equipos de emergencias y esperan «que no tengamos que permanecer aquí demasiado tiempo».
LOS PROTAGONISTAS
FLORENCE NIGERIANA
«He venido con mi hija de 13 meses. Llevamos horas esperando para entrar»
LEO YZURIETA ECUATORIANO
«Vivía en La Viña. Mi casa está en rojo. Estoy en paro y me he quedado sin hogar»
USAP MAGREBÍ
«He venido sola al campamento de refugiados. Trabajaba en el campo, pero estoy en el paro»
JILALI MAGREBÍ
«Estamos sin casa. Vivíamos en San Cristóbal. Trabajo en el campo»
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