Fuente: http://www.elmundo.es/
María Crespo - Madrid - 22/03/11
Joumana Haddad fuma un cigarrillo al sol y sube apresurada las escaleras. Sonríe y comenta, en un español casi perfecto, que tiene la sensación de estar repitiendo todo el tiempo las mismas respuestas. Pero en apenas unos minutos Joumana deja claro que las palabras son sus mejores aliadas en la lucha, invisible pero constante, por la libertad de la mujer. Publica en España 'Yo maté a Sherezade' (Ed. Debate), un ensayo que pretende desmontar todos los tópicos sobre las mujeres en el mundo árabe.
Pregunta: Estamos siendo testigos de una ola de cambio en el mundo árabe. ¿Cómo influirán estas revoluciones en el papel de la mujer?
Respuesta: Me entusiasma lo que está sucediendo y me hace sentir orgullosa. Pero soy muy escéptica en lo que concierne a la mujer. Hemos visto a esas mujeres participar pero ahora han desaparecido. Si esas revueltas no van acompañadas de un mayor respeto a los derechos de la mujer, no tiene ningún sentido. Pido a las mujeres árabes que sean más egoístas y luchen para ellas mismas y no sólo por la causa general. Un mejor Estado no puede existir sin que ellas tengan un papel esencial en esos países.
P: Cuando era niña y adolescente sufrió una guerra civil en el Líbano. La guerra en Libia, ¿es necesaria?
R: Siento una contradicción. Estoy viviendo una división interna. De un lado sé que ese pueblo necesitaba ayuda. Pero, por otro lado, he sido testigo de intervenciones externas que no han necesariamente conducido a una situación mejor para el país que las vivía. Tengo la esperanza de que esta vez sea diferente y esta intervención vaya más allá de los intereses económicos que también la motivan.
P: En su libro ha escrito: "Ser árabe es ser hipócrita" ¿Qué significa?
R: El mundo árabe es un mundo que vive una gran esquizofrenia desde hace dos siglos. Es un mundo donde no puedes decir lo que piensas, no puedes vivir lo que dices y tampoco puedes vivir en público lo que vives en secreto. Esta duplicidad absurda te transforma en una criatura esquizofrénica, poco auténtica. Una de las razones de esta dualidad son esos tabúes absurdos que estamos viviendo en el mundo árabe, impuestos por la religión o por los regímenes dictatoriales. Ahora tenemos una oportunidad muy importante para cambiar las cosas.
P: El libro se titula 'Yo maté a Sherezade' ¿Por qué matar a una mujer que, en la literatura, fue valiente e inteligente?
R: Inteligente sí, valiente no. Lo que hizo fue negociar sobre sus derechos. Era creativa, inteligente y cultivada. Pero lo que hizo no fue un acto de rebelión sino un acto de negociación. Ahora tenemos que conseguir lo que queremos sin esas formas de negociación con las autoridades patriarcales, religiosas o políticas. Ya se ha terminado Sherezade.
P: ¿La provocación es un instrumento para la rebeldía?
R: No, es un daño colateral. Es el precio que hay que pagar para luchar contra la corriente. Es uno de los resultados, no un instrumento
P: Es editora de una revista árabe, 'Jasad', que trata de cerca el erotismo de la mujer. ¿A qué problemas se ha enfrentado por ello?
R: ¡No tenemos tiempo para hablar tanto! (Ríe). Muchos tabúes están relacionados con el cuerpo femenino. Yo me esperaba esta controversia. Yo, mujer, árabe, haciendo una revista cultural sobre el cuerpo: no era una sorpresa que hubiera reacciones hostiles. Pero también tuve y sigo teniendo mucho apoyo de parte de lectores que me escriben para darme las gracias por tener el valor de hacer algo tan en contra de todo lo que estamos viviendo. La controversia es algo sano, puede dar lugar al diálogo para cambiar las cosas. El primer paso para cambiar es decir lo que no funciona, poderlo expresar. Antes no se expresaba.
P: Dice que uno de los libros que le marcó fue 'El Marqués de Sade' cuando era adolescente. ¿Qué ha significado la literatura para usted?
R: Fue un instrumento muy importante. Mi familia era muy estricta. Había muchas prohibiciones impuestas sobre mí. La lectura hizo en mi cabeza un 'Big Bang'. La libertad empieza en la cabeza, y al madurar se expresa en tu discurso, en tu comportamiento. Esta sed de literatura y también la información y la educación son elementos para conseguir la independencia. No sólo intelectual y existencial sino también económica. Una mujer no puede ser libre sin ser independiente económicamente. Estudiar, leer, pueden ser armas muy importantes para luchar por los derechos.
P: ¿Sólo Occidente es culpable de la imagen tópica de la mujer árabe, sumisa y con velo?
R: En cada incomprensión hay siempre dos responsables. Estaba harta de que se viera a la mujer árabe solo como víctima. Pero es demasiado fácil apuntar el dedo y acusar; yo también soy la primera responsable de lo que estoy viviendo. Para ser honesta hay que decir lo que no funciona en nosotras. La mujer árabe, sin generalizar, a veces elige el estado de víctima. Es más fácil decir "yo no puedo hacer nada, es mi destino", que decidir cada día hacer una declaración de guerra al mundo. Eso es lo que quiere decir ser mujer en el mundo árabe, y no sólo, también en muchos lugares del mundo.
P: La primera vez que se casó sólo tenía 19 años, ¿Fue un acto de rebeldía?
R: Fue una forma de separarme de mi familia. Pensé en todos los escenarios disponibles y el único que representaba una ruptura con las cadenas impuestas era casarme y tener una vida propia. La decisión de casarme a los 19 años no fue una historia de amor fulminante, fue una decisión muy racional.
P: ¿Qué opina de los que defienden el uso del burka como una forma de demostrar que son buenos musulmanes?
R: Me parece muy absurdo, muy contradictorio. Uno no puede elegir la libertad de no ser libre. ¿Esas mujeres no se preguntan por qué sólo ellas tienen que llevar esa señal? Si pudiéramos imponer a los hombres musulmanes durante un mes el burka, lo pensarían dos veces antes de imponérselo a las mujeres. Es humillante, es un insulto. Para la mujer y para el hombre, que también es tratado como un animal que no controla sus instintos y tiene que ser protegido de la tentación de la mujer.
P: ¿Cómo se mantiene la esperanza de seguir cambiando las cosas si la realidad demuestra que a diario se vulneran los derechos humanos?
R: (pensativa) A veces me dicen que es la esperanza lo que genera la fuerza de luchar. Pero es lo contrario: es la fuerza de luchar lo que genera la esperanza. No es que esté convencida de que lo hago vaya a cambiar las cosas y por eso luche. Estoy convencida de que mi lucha puede generar la esperanza. Me preguntan a menudo por qué me he quedado en el Líbano. Yo digo que me quedo por las cosas que no me gustan. Mi vida ha sido una interpretación del míto de Sísifo. (En el infierno Sísifo fue obligado a empujar una piedra enorme cuesta arriba por una ladera empinada, pero antes de que alcanzase la cima de la colina la piedra siempre rodaba hacia abajo, y Sísifo tenía que empezar de nuevo desde el principio). La vida, para mí, siempre ha sido así.
María Crespo - Madrid - 22/03/11
Joumana Haddad fuma un cigarrillo al sol y sube apresurada las escaleras. Sonríe y comenta, en un español casi perfecto, que tiene la sensación de estar repitiendo todo el tiempo las mismas respuestas. Pero en apenas unos minutos Joumana deja claro que las palabras son sus mejores aliadas en la lucha, invisible pero constante, por la libertad de la mujer. Publica en España 'Yo maté a Sherezade' (Ed. Debate), un ensayo que pretende desmontar todos los tópicos sobre las mujeres en el mundo árabe.
Pregunta: Estamos siendo testigos de una ola de cambio en el mundo árabe. ¿Cómo influirán estas revoluciones en el papel de la mujer?
Respuesta: Me entusiasma lo que está sucediendo y me hace sentir orgullosa. Pero soy muy escéptica en lo que concierne a la mujer. Hemos visto a esas mujeres participar pero ahora han desaparecido. Si esas revueltas no van acompañadas de un mayor respeto a los derechos de la mujer, no tiene ningún sentido. Pido a las mujeres árabes que sean más egoístas y luchen para ellas mismas y no sólo por la causa general. Un mejor Estado no puede existir sin que ellas tengan un papel esencial en esos países.
P: Cuando era niña y adolescente sufrió una guerra civil en el Líbano. La guerra en Libia, ¿es necesaria?
R: Siento una contradicción. Estoy viviendo una división interna. De un lado sé que ese pueblo necesitaba ayuda. Pero, por otro lado, he sido testigo de intervenciones externas que no han necesariamente conducido a una situación mejor para el país que las vivía. Tengo la esperanza de que esta vez sea diferente y esta intervención vaya más allá de los intereses económicos que también la motivan.
P: En su libro ha escrito: "Ser árabe es ser hipócrita" ¿Qué significa?
R: El mundo árabe es un mundo que vive una gran esquizofrenia desde hace dos siglos. Es un mundo donde no puedes decir lo que piensas, no puedes vivir lo que dices y tampoco puedes vivir en público lo que vives en secreto. Esta duplicidad absurda te transforma en una criatura esquizofrénica, poco auténtica. Una de las razones de esta dualidad son esos tabúes absurdos que estamos viviendo en el mundo árabe, impuestos por la religión o por los regímenes dictatoriales. Ahora tenemos una oportunidad muy importante para cambiar las cosas.
P: El libro se titula 'Yo maté a Sherezade' ¿Por qué matar a una mujer que, en la literatura, fue valiente e inteligente?
R: Inteligente sí, valiente no. Lo que hizo fue negociar sobre sus derechos. Era creativa, inteligente y cultivada. Pero lo que hizo no fue un acto de rebelión sino un acto de negociación. Ahora tenemos que conseguir lo que queremos sin esas formas de negociación con las autoridades patriarcales, religiosas o políticas. Ya se ha terminado Sherezade.
P: ¿La provocación es un instrumento para la rebeldía?
R: No, es un daño colateral. Es el precio que hay que pagar para luchar contra la corriente. Es uno de los resultados, no un instrumento
P: Es editora de una revista árabe, 'Jasad', que trata de cerca el erotismo de la mujer. ¿A qué problemas se ha enfrentado por ello?
R: ¡No tenemos tiempo para hablar tanto! (Ríe). Muchos tabúes están relacionados con el cuerpo femenino. Yo me esperaba esta controversia. Yo, mujer, árabe, haciendo una revista cultural sobre el cuerpo: no era una sorpresa que hubiera reacciones hostiles. Pero también tuve y sigo teniendo mucho apoyo de parte de lectores que me escriben para darme las gracias por tener el valor de hacer algo tan en contra de todo lo que estamos viviendo. La controversia es algo sano, puede dar lugar al diálogo para cambiar las cosas. El primer paso para cambiar es decir lo que no funciona, poderlo expresar. Antes no se expresaba.
P: Dice que uno de los libros que le marcó fue 'El Marqués de Sade' cuando era adolescente. ¿Qué ha significado la literatura para usted?
R: Fue un instrumento muy importante. Mi familia era muy estricta. Había muchas prohibiciones impuestas sobre mí. La lectura hizo en mi cabeza un 'Big Bang'. La libertad empieza en la cabeza, y al madurar se expresa en tu discurso, en tu comportamiento. Esta sed de literatura y también la información y la educación son elementos para conseguir la independencia. No sólo intelectual y existencial sino también económica. Una mujer no puede ser libre sin ser independiente económicamente. Estudiar, leer, pueden ser armas muy importantes para luchar por los derechos.
P: ¿Sólo Occidente es culpable de la imagen tópica de la mujer árabe, sumisa y con velo?
R: En cada incomprensión hay siempre dos responsables. Estaba harta de que se viera a la mujer árabe solo como víctima. Pero es demasiado fácil apuntar el dedo y acusar; yo también soy la primera responsable de lo que estoy viviendo. Para ser honesta hay que decir lo que no funciona en nosotras. La mujer árabe, sin generalizar, a veces elige el estado de víctima. Es más fácil decir "yo no puedo hacer nada, es mi destino", que decidir cada día hacer una declaración de guerra al mundo. Eso es lo que quiere decir ser mujer en el mundo árabe, y no sólo, también en muchos lugares del mundo.
P: La primera vez que se casó sólo tenía 19 años, ¿Fue un acto de rebeldía?
R: Fue una forma de separarme de mi familia. Pensé en todos los escenarios disponibles y el único que representaba una ruptura con las cadenas impuestas era casarme y tener una vida propia. La decisión de casarme a los 19 años no fue una historia de amor fulminante, fue una decisión muy racional.
P: ¿Qué opina de los que defienden el uso del burka como una forma de demostrar que son buenos musulmanes?
R: Me parece muy absurdo, muy contradictorio. Uno no puede elegir la libertad de no ser libre. ¿Esas mujeres no se preguntan por qué sólo ellas tienen que llevar esa señal? Si pudiéramos imponer a los hombres musulmanes durante un mes el burka, lo pensarían dos veces antes de imponérselo a las mujeres. Es humillante, es un insulto. Para la mujer y para el hombre, que también es tratado como un animal que no controla sus instintos y tiene que ser protegido de la tentación de la mujer.
P: ¿Cómo se mantiene la esperanza de seguir cambiando las cosas si la realidad demuestra que a diario se vulneran los derechos humanos?
R: (pensativa) A veces me dicen que es la esperanza lo que genera la fuerza de luchar. Pero es lo contrario: es la fuerza de luchar lo que genera la esperanza. No es que esté convencida de que lo hago vaya a cambiar las cosas y por eso luche. Estoy convencida de que mi lucha puede generar la esperanza. Me preguntan a menudo por qué me he quedado en el Líbano. Yo digo que me quedo por las cosas que no me gustan. Mi vida ha sido una interpretación del míto de Sísifo. (En el infierno Sísifo fue obligado a empujar una piedra enorme cuesta arriba por una ladera empinada, pero antes de que alcanzase la cima de la colina la piedra siempre rodaba hacia abajo, y Sísifo tenía que empezar de nuevo desde el principio). La vida, para mí, siempre ha sido así.
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