Las manifestaciones seguirán pese a la prometida reforma constitucional
Los jóvenes que el pasado 20 de febrero salieron a las calles de Marruecos para pedir democracia no se contentan con promesas. Ni siquiera si una de ellas es la de reformar la Constitución que Mohamed VI hizo en su discurso del miércoles. Quieren una nueva Carta Magna.
Pese a la victoria que representa que sus manifestaciones hayan forzado al soberano a anunciar, por primera vez en casi 11 años de reinado, un cambio en la Constitución, los jóvenes marroquíes desconfían de la reforma. Máxime cuando su contenido concreto no se conocerá hasta junio.
Por eso no han visto con buenos ojos el anuncio que hizo ayer Abdellatif Menuni, el especialista en Derecho Constitucional que el rey ha designado para presidir la comisión que propondrá las reformas de la ley suprema. Unas propuestas que después se someterán a referéndum.
Menuni confirmó que "no habrá una nueva Constitución, sino una modificación de la actual". La reacción de los líderes del Movimiento 20 de Febrero fue anunciar que continuarán con las manifestaciones previstas. Uno de ellos, Osama El Jalifa, confirmó a este diario: "Seguiremos adelante con la manifestación del 20 de marzo para pedir una nueva Constitución".
No les faltan razones para desconfiar. El artículo 19 de la actual Constitución pone al rey por encima de la ley y le otorga el grueso de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
En su discurso, el monarca se comprometió a dotar de poder Ejecutivo real al Gobierno y a poner negro sobre blanco lo que ya es una costumbre política en Marruecos: nombrar al primer ministro en las filas del partido más votado, una norma que, sin embargo, el rey rompió en 2002 cuando nombró jefe de Gobierno al tecnócrata Dris Yetú.
Partidos cercanos al régimen, como el Movimiento Popular y la Agrupación Nacional de Independientes (RNI), se deshicieron ayer en elogios al discurso después de ser recibidos por el monarca. Driss Lachgar, dirigente de la Unión Socialista de Fuerzas Populares (USFP), miembro de la coalición de Gobierno, calificó la alocución de "histórica".
El movimiento islamista semiclandestino Justicia y Espiritualidad no comparte este entusiasmo. Su portavoz, Fatala Arsalán, reivindicó ayer una asamblea constituyente como "condición" para una Carta Magna democrática.
Mantener la movilización
Para Bernabé López García, catedrático de Historia Contemporánea del Islam en la Universidad Autónoma de Madrid, las promesas de cambio de Mohamed VI son, ante todo, "una victoria del Movimiento 20 de Febrero".
Este experto en Marruecos se muestra cauto sobre si la reforma puede desembocar o no en una transición real: "El cambio dependerá de si la calle mantiene la movilización. Esperemos que los jóvenes que se han manifestado logren espolear a los partidos políticos para que la agenda del cambio se cumpla".
"El rey ha hecho los deberes; la pelota estaba en su tejado y ha respondido. Ahora la clave está en concretar y dotar de contenido a los cambios que ha anunciado. La presión de la calle es fundamental para que la comisión de reforma se parezca lo más posible a una asamblea constituyente", considera López García.
El catedrático subraya que "es vital que se acepte el principio de que el rey reine pero no gobierne. En eso la calle no tendría que limitarse a pedir que el monarca deje de nombrar a los ministros más importantes [el rey no habló de renunciar a esta prerrogativa], sino que debería pedir más. Por ejemplo, que los altos cargos no sean nombrados por dahir (decreto real), lo que ahora los hace inviolables".
En opinión de López García, la democratización de Marruecos "pasa por su descentralización". El plan de regionalización, elaborado por una comisión presidida por el exembajador en España Omar Azzimán, será uno de los pilares de la futura reforma constitucional.
Azzimán confirmó ayer que la implantación de este plan en el Sáhara es "una etapa transitoria" para la aplicación de la autonomía que Rabat defiende como solución para el conflicto. Un proyecto que el Polisario rechaza.
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