Fuente: abc.es (02/01/2011)
Un marroquí que preside una asociación árabe de Lérida alerta del auge del islamismo radical en España.
«Todos los musulmanes en España somos células terroristas durmientes». Esta contundente sentencia, pese a su apariencia, no es fruto de un ánimo racista, xenófobo. De hecho, la pronuncia Omar Charah, un marroquí que vive en España desde hace veinte años y que es presidente de la Asociación Cultural Árabe Atlas, con sede en Lérida. Es una alerta que pretende movilizar a todos los que anhelan convivir en paz y tolerancia en nuestro país, sea cual sea nuestro origen o religión.
Charah, que ha sufrido represalias (amenazas verbales, ruedas pinchadas...) por denunciar el islamismo radical que predica el imán de la Mezquita Ibn Hazm de Lérida, Abdelwahab Houzi, da la voz de alarma. El salafismo-wahabita, la corriente islámica que inspira a Al Qaida, la que en el 11-M llevó a varios «muyahidines» a dejarnos una cicatriz del tamaño de una vía en la estación de Atocha, se extiende por todo el territorio español. Se predica desde el «minbar» (púlpito) de algunas mezquitas, recorre las calles de nuestras ciudades de la mano de los «policías religiosos» que velan por su doctrina, que hostigan a los refractarios... y, finalmente, recala en las casas de muchos musulmanes que viven en condiciones muy precarias.
Terreno fértil
Esta semilla del odio de la «yihad» subvencionada desde países como Arabia Saudí, que habla de «ellos y nosotros», persigue el «califato universal» y denigra a la mujer, puede germinar rápidamente. Halla terreno fértil entre una comunidad de inmigrantes, con o sin papeles, a la que la crisis económica general golpea de manera especial. Ellos y nosotros. Las cosas son o «halal» (acorde a la ley islámica) o «haram» (prohibido). «Esta gente se aprovecha del rechazo al “moro”», subraya Charah. Si te sientes rechazado y no ves salida, el imán te ofrece una... Te acoge, te ayuda, te promete felicidad eterna. Células terroristas durmientes en potencia, valga la exageración de buena fe que suele acompañar a toda alerta.
Como viene explicando ABC en las últimas semanas, el extremismo islámico está llevando una cruzada en nuestro país. Una prueba: en 2010 se han celebrado diez congresos salafistas en España. En 2008, sólo uno.
El fenómeno, que tiene como uno de sus epicentros Cataluña, la comunidad autónoma con más inmigrantes musulmanes, preocupa a políticos, policías y jueces. Los últimos dos estamentos ya han pedido al primero que mejore la ley para poder castigar el enaltecimiento de carácter «yihadista». Que se den facilidades para expulsar a los imanes que animan a sus fieles a la guerra santa. En este sentido, Charah también interpela a la clase política, a la que acusa de dejadez a la hora de atajar este problema, y de la que censura que se centre en medidas de menos calado que «buscan rédito electoral», como la prohibición de llevar el velo integral —«burka» o «niqab»— que promovió en primer lugar la ciudad de Lérida y a la que han seguido varios municipios.
Para el presidente de la asociación Atlas sería más efectivo que los gobiernos hicieran una labor intensa a través de las asociaciones de inmigrantes, instándolas a ejercer de mediadoras y, sobre todo, supervisando la eficacia de su tarea. Para asegurarse de que no acabe siendo una inanidad subvencionada.
En Wikileaks
La conexión «yihadismo»-España, con capital en Cataluña, se ve allende nuestras fronteras. Una de las entregas de las filtraciones de Wikileaks revelaba que Estados Unidos considera la comunidad catalana como «el mayor centro mediterráneo de actividad de radicales islamistas». Todo ello en base a un informe supuestamente secreto del ex embajador norteamericano, Eduardo Aguirre, fechado en octubre de 2007. Aguirre incluso proponía que el consulado de Estados Unidos en Barcelona se convirtiera en una platafoma para una agencia que coordinara la lucha antiterrorista, una central de inteligencia con la mira puesta en la «yihad».
Un marroquí que preside una asociación árabe de Lérida alerta del auge del islamismo radical en España.
«Todos los musulmanes en España somos células terroristas durmientes». Esta contundente sentencia, pese a su apariencia, no es fruto de un ánimo racista, xenófobo. De hecho, la pronuncia Omar Charah, un marroquí que vive en España desde hace veinte años y que es presidente de la Asociación Cultural Árabe Atlas, con sede en Lérida. Es una alerta que pretende movilizar a todos los que anhelan convivir en paz y tolerancia en nuestro país, sea cual sea nuestro origen o religión.
Charah, que ha sufrido represalias (amenazas verbales, ruedas pinchadas...) por denunciar el islamismo radical que predica el imán de la Mezquita Ibn Hazm de Lérida, Abdelwahab Houzi, da la voz de alarma. El salafismo-wahabita, la corriente islámica que inspira a Al Qaida, la que en el 11-M llevó a varios «muyahidines» a dejarnos una cicatriz del tamaño de una vía en la estación de Atocha, se extiende por todo el territorio español. Se predica desde el «minbar» (púlpito) de algunas mezquitas, recorre las calles de nuestras ciudades de la mano de los «policías religiosos» que velan por su doctrina, que hostigan a los refractarios... y, finalmente, recala en las casas de muchos musulmanes que viven en condiciones muy precarias.
Terreno fértil
Esta semilla del odio de la «yihad» subvencionada desde países como Arabia Saudí, que habla de «ellos y nosotros», persigue el «califato universal» y denigra a la mujer, puede germinar rápidamente. Halla terreno fértil entre una comunidad de inmigrantes, con o sin papeles, a la que la crisis económica general golpea de manera especial. Ellos y nosotros. Las cosas son o «halal» (acorde a la ley islámica) o «haram» (prohibido). «Esta gente se aprovecha del rechazo al “moro”», subraya Charah. Si te sientes rechazado y no ves salida, el imán te ofrece una... Te acoge, te ayuda, te promete felicidad eterna. Células terroristas durmientes en potencia, valga la exageración de buena fe que suele acompañar a toda alerta.
Como viene explicando ABC en las últimas semanas, el extremismo islámico está llevando una cruzada en nuestro país. Una prueba: en 2010 se han celebrado diez congresos salafistas en España. En 2008, sólo uno.
El fenómeno, que tiene como uno de sus epicentros Cataluña, la comunidad autónoma con más inmigrantes musulmanes, preocupa a políticos, policías y jueces. Los últimos dos estamentos ya han pedido al primero que mejore la ley para poder castigar el enaltecimiento de carácter «yihadista». Que se den facilidades para expulsar a los imanes que animan a sus fieles a la guerra santa. En este sentido, Charah también interpela a la clase política, a la que acusa de dejadez a la hora de atajar este problema, y de la que censura que se centre en medidas de menos calado que «buscan rédito electoral», como la prohibición de llevar el velo integral —«burka» o «niqab»— que promovió en primer lugar la ciudad de Lérida y a la que han seguido varios municipios.
Para el presidente de la asociación Atlas sería más efectivo que los gobiernos hicieran una labor intensa a través de las asociaciones de inmigrantes, instándolas a ejercer de mediadoras y, sobre todo, supervisando la eficacia de su tarea. Para asegurarse de que no acabe siendo una inanidad subvencionada.
En Wikileaks
La conexión «yihadismo»-España, con capital en Cataluña, se ve allende nuestras fronteras. Una de las entregas de las filtraciones de Wikileaks revelaba que Estados Unidos considera la comunidad catalana como «el mayor centro mediterráneo de actividad de radicales islamistas». Todo ello en base a un informe supuestamente secreto del ex embajador norteamericano, Eduardo Aguirre, fechado en octubre de 2007. Aguirre incluso proponía que el consulado de Estados Unidos en Barcelona se convirtiera en una platafoma para una agencia que coordinara la lucha antiterrorista, una central de inteligencia con la mira puesta en la «yihad».
Comentarios
Publicar un comentario