"Diálogo con África: Diálogo con el Mundo"

Fuente: laverdad.es (7/11/2010)

El 'Newspaper Project' ('Proyecto Periódico') es una iniciativa de la artista Fay Nicolson en colaboración con 'La Verdad' para Manifesta 8. A lo largo de seis semanas, expertos de diversos ámbitos visitan la Región de Murcia para interactuar con varios aspectos del entorno. En la cuarta semana del proyecto, el artista y escritor Rasheed Araeen reflexiona sobre las posibilidades de diálogo entre Murcia y el Norte de África a partir de los intercambios contemporáneos e históricos en el ámbito mediterráneo.

Rasheed Araeen es artista, escritor y fundador de Third Text (Londres) y Third Text Asia (Karachi). En 1964 dejó Karachi y marchó a Londres, donde reside desde entonces. En 1965 promovió la escultura minimalista en Gran Bretaña. En 1975 comenzó a escribir y publicar sus propias revistas de arte: 'Black Phoenix' (1978), 'Third Text' (1987) y 'Third Text Asia' (2008). Ha sido comisario de dos importantes muestras: 'The Essential Black Art' (1987) y 'The Other Story' (Hayward Gallery, 1989). En estos momentos dirige un proyecto encaminado a producir la historia del arte más completa e inclusiva de la Gran Bretaña de la posguerra: 'The Whole Story: Art in Postwar Britain'.

Supuestamente, Manifesta 8 tiene como tema el diálogo de la Región de Murcia con el Norte de África. Un deseo, sin duda, loable. Pero, ¿ha tenido ese diálogo realmente lugar? ¿Era factible teniendo en cuenta que toda la historia de diálogo entre España y África del Norte no sólo ha sido suprimida sino que continúa viéndose como una aberración para la auténtica identidad española? El diálogo al que nos referimos se remonta al periodo cartaginés, y pruebas del mismo son todavía visibles en la ciudad de Cartagena. Pero mi interés aquí se centra en algo concreto: me interesa lo que surge en España en el siglo VIII y que en el siglo XII comienza a iluminar una Europa hasta entonces sumida en la oscuridad absoluta del medioevo. Cuando la llama del conocimiento secular -fruto en España no sólo del diálogo entre España y el Norte de África, sino también del que tuvo lugar entre judíos, cristianos y musulmanes- se extendió por Europa, puso los cimientos del Renacimiento, comienzo de la modernidad europea, por no decir mundial.
Es evidente que para encontrar las raíces históricas de la civilización moderna hay que remontarse a los griegos -y también a Egipto, Mesopotamia, India y China-; pero esas raíces, que en otro tiempo cruzaron el Mediterráneo conectando Europa con Asia y África, hubieron de enfrentarse a una paradoja de la historia: las raíces mediterráneas quedaron cercenadas cuando el conocimiento generado por el flujo e intercambio de ideas a lo largo del Mediterráneo y entre los tres continentes ribereños se acumuló en Europa, sentando las bases materiales e intelectuales de la riqueza y el poder del continente. La consecuencia fue que el mismo Mediterráneo que en otro tiempo había conectado los tres continentes se convirtió en una 'Europa Fortaleza', erigida para la protección exclusiva de sus propios intereses a costa de los demás.
He pasado por alto aquí, entre otras cosas, la conexión europea con las Américas -aunque sí diré que fue el Mediterráneo lo que permitió a Europa llegar a otras partes del mundo-, porque deseo centrarme en el significado histórico de este mar y en su importancia actual para unir pueblos y culturas diferentes en un diálogo basado en la igualdad de todas las personas. Seré más concreto: el diálogo entre Murcia o España y África del Norte sólo podrá producirse cuando se restauren las raíces históricas de aquel Mediterráneo abierto, se reivindiquen sus logros del pasado y se reformule la identidad de España/Europa, una identidad que incorpore todas las culturas en igualdad y que edifique su historia moderna sobre esos cimientos. Un logro que en las artes visuales ya ha tenido lugar, pero que las historias escritas de la modernidad europea u occidental ignoran.
Mi posición no es, sin embargo, la del historiador. Aunque me interese la historia y crea en la necesidad de acudir a ella para hallar el sentido de las cosas, quisiera explicar aquí mis opiniones como artista. Nacido en Pakistán, llevo los últimos cuarenta y seis años viviendo y trabajando en Inglaterra. Durante los años sesenta promoví la escultura minimalista en Gran Bretaña (que ha obtenido recientemente su reconocimiento en la Tate), y evolucioné desde ahí hacia el análisis y desarrollo de conceptos que implicaran una creatividad colectiva. Hoy he llegado a la conclusión de que el futuro de la humanidad no está en las manos de una pequeña minoría privilegiada -como los artistas- sino en la creatividad colectiva de las masas como parte del trabajo productivo de la gente. Fue esta reflexión la que me llevó a volver la vista hacia el Mediterráneo y su historia.
En los últimos diez años, aproximadamente, he desarrollado una serie de conceptos o proposiciones centrados en el Mediterráneo con el objetivo no sólo de reabrir las raíces históricas de conocimiento e intercambios hoy bloqueadas, sino también de volver a unir a los pueblos separados por ese bloqueo. Aquí quisiera, no obstante, centrarme en una sola propuesta: la unión de los países mediterráneos, no necesariamente en una entidad política unificada -que podría tener lugar a largo plazo-, sino en un espacio cultural que haga posible el libre fluir de las ideas por todo el Mediterráneo. Y si pongo aquí el acento en la cultura más que en la política es porque estoy convencido de que la cultura es lo que podrá hacer posible el establecimiento de un diálogo entre las diferentes partes de la humanidad.
De manera significativa, en 2006 el filósofo francés Etienne Balibar propuso, junto a otro compatriota intelectual, Jean-March Levy Leblond, que «Europa debe, finalmente, y de manera intencionada, trabajar hacia la construcción de un espacio mediterráneo para la cooperación y negociación, de un 'consejo' o 'conferencia' regional permanente de todos los pueblos del Mediterráneo…». El seguimiento de esa idea me llevó a París para conocer a Balibar y discutir su propuesta con él. Ambos estuvimos de acuerdo en la necesidad de perseguir ese objetivo pero también en que los dos solos poco podríamos lograr. Necesitábamos de la colaboración de más personas y, muy especialmente, de pensadores europeos: filósofos, científicos, sociólogos, ingenieros, artistas, historiadores, etc. Quizá podríamos iniciar este proceso en Murcia -o en cualquier otro punto de España- convocando un primer encuentro de pensadores de todos los países mediterráneos; no para desarrollar una agenda predeterminada y, mucho menos, configurada exclusivamente por europeos, sino para mantener un debate, una conversación abierta sobre la idea de «un espacio mediterráneo», que podría ser germen de un 'consejo' o de una serie de consejos permanentes por todo el Mediterráneo, cuya meta fuera derribar las barreras que impiden el intercambio entre los pueblos mediterráneos para que las ideas puedan fluir de nuevo en libertad por todas sus tierras. Hay un gigantesco corpus de conocimiento suprimido que debemos recuperar y en estos momentos reivindicar, no sólo en beneficio de los pueblos de los tres continentes - Europa, Asia y África - sino para ofrecer otras vías que permitan a los diferentes pueblos y culturas del mundo unirse y moverse hacia un futuro mejor en el seno de una humanidad unificada.

Comentarios

  1. hola
    perdona , me gustaría saber si hay en Murcia alguna tienda o lugar donde se puedan comprar burkas
    muchas gracias!

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