Fuente: laverdad.es (19/9/2010)
- Cientos de clientes acuden a la apertura de la disco La Isla, aunque le siguen llamando como antes
- Muchos aguileños se sienten «perdedores» frente a las amenazas yihadistas y no ocultan su indignación
La discoteca aguileña de La Isla se estrenó este viernes con la actividad de siempre, como si en la última semana no hubiera pasado nada. La tranquilidad fue la tónica en la reapertura de este local sobre el que estos días han pesado amenazas de grupos presuntamente yihadistas. La gente acudió por goteo desde la una de la madrugada y miles de personas se olvidaron de la polémica al ritmo de la música. A algunos, incluso, le sorprendió en La Isla las primeras luces de la mañana.
Antes, a última hora de la tarde, los padres llevaron a sus hijos a la fiesta juvenil que La Isla preparó, como cada viernes, para los más jóvenes. Ni hubo miedo, ni desconfianza. Nada de nada. Ya lo dijo horas antes uno de los propietarios. «Hemos accedido a los cambios que nos pidieron por transmitir seguridad a nuestros clientes», recalcó. Y lo han conseguido. En la reapertura hubo miles de personas, mucha curiosidad y el principal tema de conversación fue, como era lógico, la propia discoteca. Sin embargo, miedo fue lo último que se vivió entre sus grandes salones.
El cambio de nombre y la retirada de la media luna musulmana de la cúpula sí atrajeron la atención de los clientes, que miraban sorprendidos la fachada. El primer día de La Isla tuvo el mismo éxito de afluencia que su antecesora La Meca, pero los clientes, sobre todo los aguileños, tardarán aún su tiempo hasta llegar a familiarizarse con el nuevo nombre.
Después de 23 años, los usuarios siguen -y seguirán- llamando La Meca a la discoteca. «¿Nos vamos a La Meca?», comentaban la mayoría en sus grupos de amigos. Es inevitable y los propietarios de la sala de fiestas deberán aplicarse en la promoción del nuevo nombre para que se vaya ganando la confianza del público. Dos generaciones enteras de aguileños guardan grandes recuerdos de La Meca y será un reto difícil que La Isla se gane la simpatía en breve.
Los argumentos para elegir el nuevo nombre de este local de ocio aún no han calado entre la clientela. La Isla del Fraile y el Faro son símbolos antiquísimos de la ciudad pero no tienen el tirón aún suficiente para sustituir otro símbolo del calibre de la ya desaparecida La Meca. Ambos son monumentos históricos, pero los usuarios de la discoteca no los asocian con ella.
Además, las causas que han generado los cambios no convencen a nadie. La mayoría de los aguileños -y otros clientes de la discoteca- se sienten «perdedores» por las amenazas yihadistas y en los últimos días la indignación en el municipio ha ido en aumento. El enfado se hizo más patente desde que los propietarios anunciaron en su antigua página web que cambiarían el nombre y acometerían varias reformas. Los clientes agradecieron que los dueños pensaran en su tranquilidad para tomar una decisión que afecta a la sensibilidad del pueblo, pero no entienden que otro de los motivos fuese «la incomodidad y molestias evidentes que produce el nombre en la comunidad musulmana». La Isla tiene mucho trabajo por delante.
Una semana en el candelero
La mecha de esta polémica, que ha traído de cabeza a los servicios de inteligencia españoles, se encendió hace algunas semanas, cuando un trabajador senegalés, de fe musulmana, rechazó una oferta laboral de los dueños de la discoteca aguileña. Lo hizo porque, a su entender, tanto el nombre como la estética del lugar ofendían a sus creencias religiosas. Un blog se hizo eco de la decisión personal de este portero el día 25 de agosto y el tema comenzó a difundirse a través de la Red.
De ahí, a que desde Dubai la recogiera el portal de Al Arabiya, la segunda cadena de televisión más importante del mundo árabe, sólo pasaron unos días. Los vídeos de La Meca aguileña saltaron de foro en foro y llegaron a las peores manos: las de un grupo de yihadistas que emitieron serias amenazas y 'hackearon' su web.
Antes, a última hora de la tarde, los padres llevaron a sus hijos a la fiesta juvenil que La Isla preparó, como cada viernes, para los más jóvenes. Ni hubo miedo, ni desconfianza. Nada de nada. Ya lo dijo horas antes uno de los propietarios. «Hemos accedido a los cambios que nos pidieron por transmitir seguridad a nuestros clientes», recalcó. Y lo han conseguido. En la reapertura hubo miles de personas, mucha curiosidad y el principal tema de conversación fue, como era lógico, la propia discoteca. Sin embargo, miedo fue lo último que se vivió entre sus grandes salones.
El cambio de nombre y la retirada de la media luna musulmana de la cúpula sí atrajeron la atención de los clientes, que miraban sorprendidos la fachada. El primer día de La Isla tuvo el mismo éxito de afluencia que su antecesora La Meca, pero los clientes, sobre todo los aguileños, tardarán aún su tiempo hasta llegar a familiarizarse con el nuevo nombre.
Después de 23 años, los usuarios siguen -y seguirán- llamando La Meca a la discoteca. «¿Nos vamos a La Meca?», comentaban la mayoría en sus grupos de amigos. Es inevitable y los propietarios de la sala de fiestas deberán aplicarse en la promoción del nuevo nombre para que se vaya ganando la confianza del público. Dos generaciones enteras de aguileños guardan grandes recuerdos de La Meca y será un reto difícil que La Isla se gane la simpatía en breve.
Los argumentos para elegir el nuevo nombre de este local de ocio aún no han calado entre la clientela. La Isla del Fraile y el Faro son símbolos antiquísimos de la ciudad pero no tienen el tirón aún suficiente para sustituir otro símbolo del calibre de la ya desaparecida La Meca. Ambos son monumentos históricos, pero los usuarios de la discoteca no los asocian con ella.
Además, las causas que han generado los cambios no convencen a nadie. La mayoría de los aguileños -y otros clientes de la discoteca- se sienten «perdedores» por las amenazas yihadistas y en los últimos días la indignación en el municipio ha ido en aumento. El enfado se hizo más patente desde que los propietarios anunciaron en su antigua página web que cambiarían el nombre y acometerían varias reformas. Los clientes agradecieron que los dueños pensaran en su tranquilidad para tomar una decisión que afecta a la sensibilidad del pueblo, pero no entienden que otro de los motivos fuese «la incomodidad y molestias evidentes que produce el nombre en la comunidad musulmana». La Isla tiene mucho trabajo por delante.
Una semana en el candelero
La mecha de esta polémica, que ha traído de cabeza a los servicios de inteligencia españoles, se encendió hace algunas semanas, cuando un trabajador senegalés, de fe musulmana, rechazó una oferta laboral de los dueños de la discoteca aguileña. Lo hizo porque, a su entender, tanto el nombre como la estética del lugar ofendían a sus creencias religiosas. Un blog se hizo eco de la decisión personal de este portero el día 25 de agosto y el tema comenzó a difundirse a través de la Red.
De ahí, a que desde Dubai la recogiera el portal de Al Arabiya, la segunda cadena de televisión más importante del mundo árabe, sólo pasaron unos días. Los vídeos de La Meca aguileña saltaron de foro en foro y llegaron a las peores manos: las de un grupo de yihadistas que emitieron serias amenazas y 'hackearon' su web.
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