El Islam y los 'tontos del cool'

Fuente: Cartas del director - laverdad.es (19/9/2010)

En la estrategia del yihadismo internacional cualquier oportunidad es buena para excitar a través de la Red los ánimos de los islamistas radicales en todos los rincones del planeta. Los ataques contra la web de la discoteca 'La Meca' de Águilas y la aparición de un vídeo amenazador en 'YouTube', desvelados por 'La Verdad', lo han puesto de nuevo en evidencia.

El nombre y la arquitectura de un local de ocio es suficiente excusa para movilizar a quienes, bajo la interpretación fanática de una religión que profesan 1.500 millones de personas, están dispuestos a cometer cualquier atrocidad en nombre de Alá. No estamos en Murcia ante un caso caso de auténtico calado, como las guerras de Irak y Afganistán, la quema de retratos de Mahoma o el conflicto enquistado de Oriente Próximo, pero los integristas islámicos no tienen límites en su sinrazón.

El reciente episodio del pastor de Florida que puso en alerta al mundo al anunciar una quema masiva del Corán el pasado 11-S, como respuesta a la ubicación de una mezquita cerca de la 'Zona Cero', revela que no hace falta mucha leña para provocar un incendio pavoroso. A propósito del peculiar pastor de Florida, la columnista Gail Collins escribía en 'The New York Times' que al menos en Estados Unidos hay una parte no insignificante de la población capaz de cometer todo tipo de locuras. Titulaba su artículo 'La doctrina del 5 por ciento', porque ese es el porcentaje de la población norteamericana capaz de pensar que puede ser divertido inventarse que ha visto una bomba en el lavabo de un avión y decírselo a la azafata en pleno vuelo.

No se trata de personas a las que se ha diagnosticado una enfermedad mental, sino individuos en apariencia normales pero que son capaces de idear disparates como la quema de cientos de ejemplares del libro sagrado de los musulmanes. Entre los radicales islamistas, por un lado, y los que están 'grillaos' por otro, la mayoría de la población de los países occidentales vivimos sobre un polvorín. No termina de gustarme el desenlace del 'caso La Meca', una alianza de civilizaciones improvisada a escala local, porque está propiciado por el temor a los violentos y nos plegamos a una amenaza radical.

Pero tampoco me parece una brillante ocurrencia utilizar el símbolo de la media luna y el nombre de 'La Meca' para un bar de copas con diseño de mezquita, aun cuando no hubiera ningún ánimo de ofensa en quienes lo eligieron varias décadas antes de que el islamismo integrista fuera un serio problema. Los símbolos de todas las confesiones religiosas merecen ser respetados en las sociedades laicas, pero ahora son el último grito entre los 'tontos del cool', esa nueva tribu que pulula por los ambientes nocturnos y que no es más que una variante del inofensivo tonto del pueblo pero en plan urbanita y posmoderno. Si no actuamos con sentido común estaremos más expuestos al peligro de los fundamentalistas y de ese 5% de imprevisibles insensatos.

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