Fuente: La Opinión (16/5/2010)
Las mujeres que hacen la calle en San Cristóbal la Larga y las Beatas denuncian la represión que sufren por parte de varios miembros de la comunidad musulmana
Un grupo de mujeres que ejerce la prostitución en el casco antiguo y, sobre todo, en las calles San Cristóbal la Larga y Beatas, vive desde hace meses con miedo por la represión que ejerce sobre ellas la comunidad islámica. La tensión entre ambas partes comenzó el pasado año tras el cierre del bar Taurino, un local dedicado a la prostitución que el ayuntamiento de Cartagena clausuró tras varias denuncias de vecinos y también de la Comunidad Islámica porque era un lugar insalubre y no cumplía la normativa municipal.
Desde entonces, estas mujeres hasta ese momento más o menos ocultas en el local, salieron a la calle a trabajar y comenzaron los enfrentamientos que también afectan a los vecinos.
Paola -nombre ficticio de una de las mujeres que ejerce la prostitución en esta zona- es una joven ecuatoriana de 34 años que vive en el casco desde hace doce años. Tiene dos hijas, de 16 y 11 años de edad y, según relató a esta redacción, fue testigo de la agresión que otro inmigrante de Ghana propinó a una vecina, M. I., de 56 años, el pasado domingo.
Esta última explicó mientras mostraba los hematomas de su cuerpo: "Era un hombre joven, un negro. Se me acercó y me llamó vieja, puta, zorra y cuando le dije: Oye, respétame que soy una mujer mayor, me golpeó en los hombros, me tiró al suelo y me pateó. Hoy me ha pasado a mí, pero mañana puede ser otra. Tengo miedo y el juez no me ha dado la orden de alejamiento. Al día siguiente, me amenazó con cortarme el cuello por denunciarle".
Por su parte, Mohammed Awall, el inmigrante al que ambas mujeres identifican como el autor de las agresiones a M. I., aseguró el martes que un grupo de entre seis y siete prostitutas le propinaron patadas y puñetazos cuando hablaba con unos amigos.
El presidente de la Comunidad Islámica Ennour, Yazid Koudri, confirmó el testimonio de Awall, que también ha puesto una denuncia contra la mujer, mientras que vecinos y comerciantes de la zona, afirmaron "que quien comenzó la pelea fue él", subrayó Carmen González, propietaria de un negocio, quien añadió que los islamistas "están ahuyentando a la gente y los que salimos perdiendo somos los comerciantes. Les dicen que no vayan con las putas y que vayan a las mezquitas", afirmó.
Vigilan las esquinas de las calles
Paola confirmó la versión de la vecina: "Yo estaba en la calle. Escuché los gritos y fui a ayudarla. El hombre se había ido con otros y ella estaba en el suelo inconsciente". Esta prostituta tiene miedo por sus hijas y en las últimas semanas apenas saca dinero con su trabajo en la calle. "Antes podía ganar unos 200 euros al día. Ahora, hay días que no consigo nada porque el imán paga a varios de los suyos para que estén en las esquinas de la calle y no dejen pasar a la gente. Él quiere que los marroquíes vayan a la mezquita y la mayoría de nuestros clientes son musulmanes. Yo le denuncié por insultos y agresiones", indicó.
Esta joven no entró en la prostitución nada más llegar a Cartagena. "Primero trabajé interna en una casa dos años, luego estuve un año en el campo y al final acabé en la calle. Cobro 15 euros y hasta 40 euros, si quiere algo especial", dijo.
El responsable de la Comunidad Islámica ha entregado en el Registro Municipal un escrito avalado por 200 firmas de este colectivo pidiendo que se controle la prostitución. También han presentado sus quejas varios profesores del colegio del Patronato próximo a las citadas calles.
´No enseñamos los pechos ni vamos provocando a nadie´
Para evitar conflictos con la Comunidad Islámica, algunas mujeres de las que ejercen la prostitución en las calles Beatas y San Cristóbal la Larga optaron por trabajar sólo por la noche, "pero daba igual porque teníamos el mismo problema. El imán ha movilizado a la gente para que se pongan en nuestra contra. Nosotras no vamos enseñando los pechos ni provocando", señaló Paola, una joven ecuatoriana que trabaja en la zona.
También los comerciantes de estas calles ya han denunciado a miembros de la Comunidad Islámica por la represión que ejercen en la zona.
Por su parte, el Ayuntamiento ha recibido quejas de vecinos, comerciantes y de los islamistas por esta situación. La alcaldesa de Cartagena, Pilar Barreiro, instó al delegado del Gobierno a que tome cartas en el asunto y convoque una Junta Local de Seguridad para adoptar medidas contra la prostitución. "No es una actividad ilegal, pero sí se puede perseguir el proxenetismo y a quienes estén en situación ilegal", señaló Barreiro.
A su vez, la asociación vecinal Isidoro Máiquez defiende la convivencia ciudadana y prepara un proyecto para tratar de insertar a estas mujeres. "En otras ciudades, como Valencia ha funcionado bien. Vamos a presentarlo al Ayuntamiento y a la Comunidad", señaló su presidente, Jaime Gómez.
Las mujeres que hacen la calle en San Cristóbal la Larga y las Beatas denuncian la represión que sufren por parte de varios miembros de la comunidad musulmana
Un grupo de mujeres que ejerce la prostitución en el casco antiguo y, sobre todo, en las calles San Cristóbal la Larga y Beatas, vive desde hace meses con miedo por la represión que ejerce sobre ellas la comunidad islámica. La tensión entre ambas partes comenzó el pasado año tras el cierre del bar Taurino, un local dedicado a la prostitución que el ayuntamiento de Cartagena clausuró tras varias denuncias de vecinos y también de la Comunidad Islámica porque era un lugar insalubre y no cumplía la normativa municipal.
Desde entonces, estas mujeres hasta ese momento más o menos ocultas en el local, salieron a la calle a trabajar y comenzaron los enfrentamientos que también afectan a los vecinos.
Paola -nombre ficticio de una de las mujeres que ejerce la prostitución en esta zona- es una joven ecuatoriana de 34 años que vive en el casco desde hace doce años. Tiene dos hijas, de 16 y 11 años de edad y, según relató a esta redacción, fue testigo de la agresión que otro inmigrante de Ghana propinó a una vecina, M. I., de 56 años, el pasado domingo.
Esta última explicó mientras mostraba los hematomas de su cuerpo: "Era un hombre joven, un negro. Se me acercó y me llamó vieja, puta, zorra y cuando le dije: Oye, respétame que soy una mujer mayor, me golpeó en los hombros, me tiró al suelo y me pateó. Hoy me ha pasado a mí, pero mañana puede ser otra. Tengo miedo y el juez no me ha dado la orden de alejamiento. Al día siguiente, me amenazó con cortarme el cuello por denunciarle".
Por su parte, Mohammed Awall, el inmigrante al que ambas mujeres identifican como el autor de las agresiones a M. I., aseguró el martes que un grupo de entre seis y siete prostitutas le propinaron patadas y puñetazos cuando hablaba con unos amigos.
El presidente de la Comunidad Islámica Ennour, Yazid Koudri, confirmó el testimonio de Awall, que también ha puesto una denuncia contra la mujer, mientras que vecinos y comerciantes de la zona, afirmaron "que quien comenzó la pelea fue él", subrayó Carmen González, propietaria de un negocio, quien añadió que los islamistas "están ahuyentando a la gente y los que salimos perdiendo somos los comerciantes. Les dicen que no vayan con las putas y que vayan a las mezquitas", afirmó.
Vigilan las esquinas de las calles
Paola confirmó la versión de la vecina: "Yo estaba en la calle. Escuché los gritos y fui a ayudarla. El hombre se había ido con otros y ella estaba en el suelo inconsciente". Esta prostituta tiene miedo por sus hijas y en las últimas semanas apenas saca dinero con su trabajo en la calle. "Antes podía ganar unos 200 euros al día. Ahora, hay días que no consigo nada porque el imán paga a varios de los suyos para que estén en las esquinas de la calle y no dejen pasar a la gente. Él quiere que los marroquíes vayan a la mezquita y la mayoría de nuestros clientes son musulmanes. Yo le denuncié por insultos y agresiones", indicó.
Esta joven no entró en la prostitución nada más llegar a Cartagena. "Primero trabajé interna en una casa dos años, luego estuve un año en el campo y al final acabé en la calle. Cobro 15 euros y hasta 40 euros, si quiere algo especial", dijo.
El responsable de la Comunidad Islámica ha entregado en el Registro Municipal un escrito avalado por 200 firmas de este colectivo pidiendo que se controle la prostitución. También han presentado sus quejas varios profesores del colegio del Patronato próximo a las citadas calles.
´No enseñamos los pechos ni vamos provocando a nadie´
Para evitar conflictos con la Comunidad Islámica, algunas mujeres de las que ejercen la prostitución en las calles Beatas y San Cristóbal la Larga optaron por trabajar sólo por la noche, "pero daba igual porque teníamos el mismo problema. El imán ha movilizado a la gente para que se pongan en nuestra contra. Nosotras no vamos enseñando los pechos ni provocando", señaló Paola, una joven ecuatoriana que trabaja en la zona.
También los comerciantes de estas calles ya han denunciado a miembros de la Comunidad Islámica por la represión que ejercen en la zona.
Por su parte, el Ayuntamiento ha recibido quejas de vecinos, comerciantes y de los islamistas por esta situación. La alcaldesa de Cartagena, Pilar Barreiro, instó al delegado del Gobierno a que tome cartas en el asunto y convoque una Junta Local de Seguridad para adoptar medidas contra la prostitución. "No es una actividad ilegal, pero sí se puede perseguir el proxenetismo y a quienes estén en situación ilegal", señaló Barreiro.
A su vez, la asociación vecinal Isidoro Máiquez defiende la convivencia ciudadana y prepara un proyecto para tratar de insertar a estas mujeres. "En otras ciudades, como Valencia ha funcionado bien. Vamos a presentarlo al Ayuntamiento y a la Comunidad", señaló su presidente, Jaime Gómez.
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