Fuente: WebIslam (10/4/2010)
Alocución de Mansur Escudero durante la presentación de la Candidatura al premio Príncipe de Asturias de la Concordia
Esta reflexión ha sido elaborada por y consensuada por el teólogo cristiano Juan José Tamayo y el musulmán español Mansur Escudero, como representantes de dos tradiciones religiosas largo tiempo enfrentadas y hoy felizmente hermanadas como parte de una misma familia.
Queremos expresar nuestro agradecimiento a nuestros hermanos judíos de la Casa de Sefarad en Córdoba por su hospitalidad al brindarse a ser anfitriones de la presentación pública de esta iniciativa.
Consideramos que estos elementos dan por sí mismos un significado singular a este acto, ya que destruye tópicos y estereotipos de desencuentros, enemistades y enfrentamientos entre religiones y nos sitúa en el paradigma superior de la reconciliación y del perdón mutuos. Un paradigma que el Corán expresa en hermosas palabras cuando dice “si perdonáis, absolvéis y pasáis por alto las ofensas, eso es mejor para vosotros y en ello hay una gran recompensa”. La Torah se refiere al perdón de Dios, que debe traducirse en perdón y reconcilación entre los hermanos. También el Evangelio llama al perdón a los enemigos e invita a perdonar “no siete veces, sino hasta setenta veces”.
En el caso de los moriscos se trata de una reconciliación con los ausentes y con nosotros mismos, tanto colectiva como individualmente, en una fecha emblemática , cual es el 400 aniversario de su último destierro de la península ibérica, como un gesto simbólico y necesario para la completa reconstrucción de la memoria colectiva hispana.
En el ADN de los españoles está la información de todo nuestro pasado. Un pasado que condiciona nuestro presente. Un pasado que fue testigo del doloroso trauma de una guerra civil fratricida, mantenida durante siglos, que acabó en la desaparición física de la población española musulmana, judía y de cristianos unitarios. Y no se trata de provocar una catarsis colectiva, pero sí de tomar conciencia de lo que pasó y no debería haber pasado, de lo que erramos y no deberíamos haber errado. Y ello para no volver a errar.
Se trata de una iniciativa desde la concordia para la concordia, desde la hermandad y la igualdad, desde la razón y el sentimiento de hermandad, junto con las comunidades sefardíes-andalusíes que, sufriendo la misma suerte de exclusión y destierro que sufrieron los moriscos-andalusíes, merecieron justamente el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia hace 20 años. Y junto con otras tradiciones religiosas y con quienes no profesan creencia religiosa.
Esta iniciativa no surge de ningún grupo religioso en particular ni de la comunidad musulmana en España, y aunque ésta la apoya en su conjunto sin reservas, lo hace desde una perspectiva ciudadana, laica, plural, basada en principios universales de justicia, reconciliación y recuperación de señas de identidad ocultadas y desterradas.
Consideramos que la concesión de este Premio sería un justo reconocimiento a la manera ejemplar como los descendientes de los andalusíes, españoles en el exilio, han conservado viva y conscientemente su identidad cultural en los lugares de destino. Es, además, un motivo de agradecimiento por todo lo que esta comunidad aportó a España en el terreno filosófico, espiritual, científico, cultural, ético y religioso.
Con este premio se reconocería la extraordinaria herencia que esta comunidad legó al pueblo español de la que ella formaba parte. Y debería significar el reconocimiento del derecho preferencial de ciudadanía española a la comunidad morisca y sus descendientes, una ciudadanía de las que fueron privados injustamente.
Después de siglos de exilio forzoso, las comunidades de andalusíes dispersas por todo el mundo conservan costumbres de entonces, su lengua y apellidos, similares a los que hoy en día encontramos aquí en España. Ellos son nuestra memoria viva. Ellos son nosotros.
Alocución de Mansur Escudero durante la presentación de la Candidatura al premio Príncipe de Asturias de la Concordia
Esta reflexión ha sido elaborada por y consensuada por el teólogo cristiano Juan José Tamayo y el musulmán español Mansur Escudero, como representantes de dos tradiciones religiosas largo tiempo enfrentadas y hoy felizmente hermanadas como parte de una misma familia.
Queremos expresar nuestro agradecimiento a nuestros hermanos judíos de la Casa de Sefarad en Córdoba por su hospitalidad al brindarse a ser anfitriones de la presentación pública de esta iniciativa.
Consideramos que estos elementos dan por sí mismos un significado singular a este acto, ya que destruye tópicos y estereotipos de desencuentros, enemistades y enfrentamientos entre religiones y nos sitúa en el paradigma superior de la reconciliación y del perdón mutuos. Un paradigma que el Corán expresa en hermosas palabras cuando dice “si perdonáis, absolvéis y pasáis por alto las ofensas, eso es mejor para vosotros y en ello hay una gran recompensa”. La Torah se refiere al perdón de Dios, que debe traducirse en perdón y reconcilación entre los hermanos. También el Evangelio llama al perdón a los enemigos e invita a perdonar “no siete veces, sino hasta setenta veces”.
En el caso de los moriscos se trata de una reconciliación con los ausentes y con nosotros mismos, tanto colectiva como individualmente, en una fecha emblemática , cual es el 400 aniversario de su último destierro de la península ibérica, como un gesto simbólico y necesario para la completa reconstrucción de la memoria colectiva hispana.
En el ADN de los españoles está la información de todo nuestro pasado. Un pasado que condiciona nuestro presente. Un pasado que fue testigo del doloroso trauma de una guerra civil fratricida, mantenida durante siglos, que acabó en la desaparición física de la población española musulmana, judía y de cristianos unitarios. Y no se trata de provocar una catarsis colectiva, pero sí de tomar conciencia de lo que pasó y no debería haber pasado, de lo que erramos y no deberíamos haber errado. Y ello para no volver a errar.
Se trata de una iniciativa desde la concordia para la concordia, desde la hermandad y la igualdad, desde la razón y el sentimiento de hermandad, junto con las comunidades sefardíes-andalusíes que, sufriendo la misma suerte de exclusión y destierro que sufrieron los moriscos-andalusíes, merecieron justamente el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia hace 20 años. Y junto con otras tradiciones religiosas y con quienes no profesan creencia religiosa.
Esta iniciativa no surge de ningún grupo religioso en particular ni de la comunidad musulmana en España, y aunque ésta la apoya en su conjunto sin reservas, lo hace desde una perspectiva ciudadana, laica, plural, basada en principios universales de justicia, reconciliación y recuperación de señas de identidad ocultadas y desterradas.
Consideramos que la concesión de este Premio sería un justo reconocimiento a la manera ejemplar como los descendientes de los andalusíes, españoles en el exilio, han conservado viva y conscientemente su identidad cultural en los lugares de destino. Es, además, un motivo de agradecimiento por todo lo que esta comunidad aportó a España en el terreno filosófico, espiritual, científico, cultural, ético y religioso.
Con este premio se reconocería la extraordinaria herencia que esta comunidad legó al pueblo español de la que ella formaba parte. Y debería significar el reconocimiento del derecho preferencial de ciudadanía española a la comunidad morisca y sus descendientes, una ciudadanía de las que fueron privados injustamente.
Después de siglos de exilio forzoso, las comunidades de andalusíes dispersas por todo el mundo conservan costumbres de entonces, su lengua y apellidos, similares a los que hoy en día encontramos aquí en España. Ellos son nuestra memoria viva. Ellos son nosotros.
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