El campo de Cartagena es zona de gran interés para los 'espías'

Fuente: La Verdad (19/2/2010)

Agentes del CNI y de los servicios de Información de Policía y Guardia Civil tratan de lograr confidentes entre la numerosa colonia musulmana.

Cada cual por su lado, con muy escasa cooperación y coordinación, pero todos en pos de ese elevado cometido que es proteger la seguridad del Estado español y de sus ciudadanos, un numeroso grupo de agentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y de los respectivos servicios de Información de la Guardia Civil y del Cuerpo Nacional de Policía llevan años tratando de pescar las más valisosas de las piezas entre la amplia colonia de inmigrantes musulmanes radicada en el campo de Cartagena: los confidentes.
Para ello se valen de los medios y tácticas más diversas: ofrecerles dinero por sus informaciones, prometerles regularizar su situación administrativa, permitirles traer a sus familiares a España, presionarlos con la advertencia de posibles represalias legales o con la expulsión si los han sorprendido en algún desliz o pequeño delito... No todo vale, pero casi todo, en esa dura tarea, y no exenta de riesgos, que es captar colaboradores entre la parroquia musulmana.
Desde que el fenómeno de la inmigración procedente de los países del Magreb comenzó a manifestarse con fuerza en la Región, hace más de una década, el campo de Cartagena ha sido objeto de especial atención por parte de los servicios de inteligencia, y mucho más desde que los atentados del 11-M pusieron de manifiesto que el riesgo de atentados de corte islamista era mucho más que una teoría.
Desde ese momento, el número de agentes destinados a los servicios de Información 'Exterior' (los dedicados al control de las amenazas 'importadas') se multiplicaron. La atención se centró especialmente en la amplia comarca que abarca el término de Cartagena, Fuente Álamo, Torre Pacheco y un buen número de pequeños núcleos de población del entorno, debido a la elevada densidad de inmigrantes que profesan la fe islámica. Las mezquitas y sus líderes religiosos, por el riesgo de proselitismo que se deriva de la actuación de los imanes más radicales, pasaron a convertirse en objetivo preferente.
Hoy en día, según confirman fuentes de estos servicios de seguridad del Estado, prácticamente no existe una mezquita en la Región que no haya sido objeto de algún tipo de vigilancia y calificada como «moderada» o «radical».
En este terreno, contar con la colaboración de un imán es un lujo deseado por cualquier agente.

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