Artículo del abogado José Luis Mazón Costa en La Verdad de Murcia del 28/11/09
Una decisión de estas expeditivas y fulminantes del famoso juez Gómez Bermúdez sacó del estrado a la abogada española de origen marroquí Zoubida (pronunciado 'yubeida') Barik Edidi. 'Señora no puede estar ahí' - «¿por qué?» «yo llevo mi toga y he estado en otros juicios con pañuelo». «En esta Sala mando yo», zanjó el autoritario juez, que los medios acreditados en la Audiencia Nacional adoran seducidos por sus habilidades mediáticas, propiciando con ello el culto a la arbitrariedad y a los malos modos de este juez. El día anterior otro magistrado en la misma Sala le autorizó a Zoubida a estar en el estrado de abogados con su pañuelo. Era un juez con rostro humano.
La letrada llegó a Madrid en 1994 y comenzó entonces a convalidar su título de derecho obtenido en la Universidad Mohamed V de Rabat. El primer día de clase asistió a un seminario dado por el eminente catedrático Eduardo García de Enterría. Zoubida no entendió nada. El después Defensor del Pueblo, Alvaro Gil Robles, entonces profesor, le ayudó con suma comprensión «no te desanimes de aquí a un tiempo todo esto te será transparente». Cuenta Zoubida que le costó peleas con su madre llevar el pañuelo. Su madre se oponía y cuando ella tenía diecisiete años porfiaba por llevarlo puesto y su madre por lo contrario «mira que te vas a casar con un Jomeini y te tendrá encerrada». En Marruecos, contaba Zoubida, muchas mujeres no llevan pañuelo, visten pantalones, fuman y hasta beben alcohol, dándole un esquinazo a las reglas de vida que dicta la escritura sagrada de los musulmanes, el Corán (literalmente 'la recitación'). Su pañuelo para nada es una imposición de nadie sino fruto de su libre voluntad personal.
Los juristas de la asociación Preeminencia del Derecho decimos apoyar a Zoubida, indignados y en contra de esas bárbaras formas de este juez de la España profunda y carpetovetónica, Gómez Bermúdez. Batallar contra agraviadores y de esta magnitud es actitud donquijotesca que mejora la salud del género humano en su conjunto. Y expulsar a una abogada del estrado porque viste el pañuelo del islám es un abuso de poder, discriminatorio y un acto de desconsideración. La norma del Estatuto de la Abogacía solo exige al abogado ir decorosamente vestido y llevar toga. Ha suprimido la exigencia de traje y corbata del anterior estatuto. Bermúdez es una persona de conducta hormonal, actúa a impulsos, golpes de autoridad, y en él prepondera el 'aquí mando yo' que le dijo a Zoubida. ¿Qué daño hace el pañuelo que no tapa el rostro en la Sala o al reglamento si sólo lo lleva sobre su cabeza y no intenta que las demás mujeres del público lo vistan en contra de su voluntad ni quiere o pretende tampoco que se cuelgue en las paredes del espacio público en señal de identificación colectiva?. No hace ningún daño.
Zoubida y Preeminencia del Derecho han denunciado a Gómez Bermúdez por infracción disciplinaria ante el Consejo Judicial. Pero el Consejo es un órgano altamente pervertido en muchos aspectos, politiqueo, arbitrariedad, y otras cosas del mismo jaez, por lo que es difícil que de allí salga algo luciendo la soberanía del Derecho. Y como ahora Bermúdez es un protegido del grupo de vocales del PSOE en el Consejo (antes lo era del PP) los suyos vendrán en su auxilio para no molestarle. El Consejo está descompuesto y debería de ser elegido por sufragio popular, no por los partidos.
Caamaño, ministro de Justicia, respaldó en declaraciones públicas la conducta de Gómez Bermúdez «ha actuado cabalmente», dijo. Y este es ministro del Gobierno de la 'Alianza de Civilizaciones' tan pregonada por su jefe Zapatero. Menudo insulto al mundo islámico y menuda falta de respeto a los derechos fundamentales de la no discriminación y respeto a la vida autónoma de la letrada española.
Ceuta y Melilla tienen tribunales españoles y letradas de religión musulmana que visten (o no) sus pañuelos. Ningún problema se plantea allí. En el Tribunal Europeo de Luxemburgo pueden verse los letrados ingleses de religión sij con sus vistosos turbantes sobre la cabeza y crecidas barbas sin que los jueces europeos les impidan hacer su trabajo. Todo esto es cuestión de tolerancia, espíritu de apertura, afecto por los derechos fundamentales, lo que le falta al famoso juez Bermúdez y a no pocos de nuestros conciudadanos.
España es país en vías de civilización. Y con luchas como esta se construye el camino de la «sociedad democrática avanzada» que pregona el preámbulo de la Constitución.
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