Fuente: La Opinión (28/11/2009)
Un mosaico de 4.000 fieles: Miles de musulmanes de la Región se reúnen para celebrar la fiesta del Cordero en el pabellón del Infante.
Cerca de 4.000 chilabas tomaron ayer a las nueve de la mañana el pabellón del Infante Don Juan Manuel para orar, purgar, perdonar y celebrar la fiesta musulmana del Cordero o 'Aid al Adha', que, junto al Ramadán, es una de las celebraciones más señaladas y populares del calendario islámico.
Los cerca de 80.000 musulmanes que residen en la Región dedicarán todo este fin de semana -la fiesta dura tres días- a rezar, solucionar rencillas y compartir en familia un cordero. "Mucha gente no ha podido venir porque es un día laborable, y tal y como están las cosas, no es el mejor momento para arriesgar el puesto de trabajo. Pero ya ves que todo transcurre con mucha calma y respeto". Lo dice Abdel, una de las personas que se encargaron ayer de que la organización de las oraciones transcurriera sin problemas.
Según llegaban, los fieles se descalzaban y metían sus zapatos en unas bolsas de plástico que se ofrecían a la entrada y se ataban a la barandilla de la pista polideportiva, transformada ayer en un espectacular e improvisado zapatero. Miles de marroquíes, argelinos, senegaleses, costa marfileños y españoles -según la organización también había fieles bolivianos y ecuatorianos- fueron llegando desde primera hora escalonadamente al pabellón, ayer improvisada mezquita, para alinearse en filas y columnas perfectas, que conformaban un mosaico, a ratos, de cuerpos inmóviles y concentrados en la oración, y a ratos, de espaldas plegadas con la cabeza en las rodillas mirando a La Meca. Cada vez que el imán, titular de la mezquita de 'Assalam' en el barrio de El Carmen, iniciaba una oración, variaba el compás mímico de la gran masa de fieles. Sobre el parquet, ayer transformada en un manto continuo de alfombras y esterillas de mil colores y estampados, los hombres, los adolescentes y los niños seguían los cantos religiosos concentrados. Y en la grada, las mujeres, las adolescentes y las niñas vivían, en la distancia, el acto de fe de sus hombres, absoluta mayoría ayer.
Explica Omar que se trata de celebrar la tradición abrahánica; "ésa en la que Gabriel le pide a Abraham que sacrifique a su hijo; ésa en la que Dios, conmovido por el sufrimiento del padre, indulta al hijo, y sacrifica a un cordero en su lugar". Corderos que, según la costumbre cada familia sacrifica en su casa, pero que aquí, como cuenta Mamadú, "mayoritariamente se compra en las carnicerías". De la improvisada mezquita, todos marcharon a casa a comer en familia. Y para los musulmanes pobres queda la solidaridad. "Quien no tenga nada podrá comer cordero en la mezquita", narra Omar, emocionado.
Entre los fieles corrió un rumor como la pólvora: que Frederic Kanoute, delantero malí del Sevilla, estaba allí. Abdel lo aclaró: "Hoy todo es posible".
El único problema, una lipotimia
Los rezos transcurrían con normalidad cuando uno de los fieles se desmayó. Los musulmanes que le rodeaban le sacaron para que pudiera ser atendido por los médicos que se desplazaron al lugar.
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