El artista marroquí Rahmoun inaugura el nuevo proyecto de exposiciones de artes visuales en la sala de Verónicas
La muestra ‘Zahra’ establece un diálogo entre las religiones católica e islámica y está realizada específicamente para este espacio
Cruz explicó que Rahmoun “es un joven artista marroquí que, no obstante, ya goza de una enorme reputación crítica y que se está convirtiendo en una de las voces más autorizadas de lo que se podría llamar el nuevo arte islámico”.
En la obra de este artista se mezclan “conceptos de la filosofía sufí y de la filosofía zen”, indicó Cruz, por lo que en ella “existen una serie de tensiones que le otorgan sus señas de identidad”. En primer lugar, explicó, en el trabajo de Rahmoun “se realiza una redención de las pequeñas cosas”, en tanto que ”los grandes conceptos son vividos a través de las experiencias cotidianas, otorgándoles una medida humana e íntima de las cosas”.
Además, se trata de un artista conceptual que, sin embargo, “realiza una reivindicación del trabajo artesanal, de lo que resulta una paradoja muy interesante por ese matrimonio entre lo conceptual y lo material”. Por último, “de un lado, él mismo dice que quiere comunicar emociones, pero también hacer pensar, con lo que podríamos hablar de una emocionalidad reflexiva, de una emoción que induce a pensar”, manifestó el consejero.
Para Cruz, el trabajo de Rahmoun “se vincula por su sensualidad con lo estético, juega con lo arabesco, la geometría y el color y, en definitiva, recupera determinados factores y argumentos que parecían muertos en la historia del Arte, pero que este artista redefine de manera inmejorable”.
Por su parte, Rahmoun expresó su satisfacción por estar en Murcia, la tierra en la que nació el gran sufí Ibn Arabí y por exponer en un lugar como una antigua iglesia que tiene su propia historia y explicó que su obra hace referencia a las vidrieras y a las cúpulas de las iglesias.
En la video-animación se muestran 77 flores que se suceden, una tras otra, con un punto rojo que se ve palpitando debajo de cada flor como una semilla viva. Por otra parte, la instalación se compone de otras tantas cajas de luz que muestran una flor cada una. En ambos trabajos Younès Rahmoun utiliza por primera vez los colores y la luz como metáfora de lo inmaterial. Para el artista, el punto rojo representa el corazón, fuente de los sentimientos y de las intenciones, y los colores sugieren los matices de lo que surge del corazón.
El trabajo de Rahmoun nace influido por la práctica y el pensamiento sufí, en especial del místico murciano Ibn Arabí (Murcia 1165 - Damasco 1240), lo que le encauza al uso de la repetición, la concentración, lo inacabado, la presencia y la ausencia. En algunos de sus dibujos e instalaciones adopta el eco del universo ornamental de la arquitectura bizantina y de los artesanos andalusíes con numerosas referencias a las matemáticas y la arquitectura.
Se trata de una obra que utiliza los lenguajes de la contemporaneidad, revisa en profundidad la tradición del arte islámico y construye un intenso alegato sobre la capacidad del arte para seguir transmitiendo emociones. En el caso de su proyecto en Murcia, las flores - con su crecimiento callado y su belleza efímera- plantean una reflexión sobre la propia vida e inundan un espacio que parece vibrar y recuperar así, en cierta medida, la propia memoria del lugar, que se vuelve a cargar de espiritualidad y silencio.
Fuente: carm.es
El consejero de Cultura y Turismo, Pedro Alberto Cruz, presentó el pasado lunes 7 de julio la primera muestra de producción propia que ha dirigido para la sala de exposiciones de la iglesia de Verónicas el comisario y crítico de arte francés Jèrôme Sans y que bajo el título ‘Zahra’, flor en árabe, presenta una instalación y una video-animación realizadas específicamente para este espacio por el artista marroquí Younès Rahmoun (Tetuán, 1975). La muestra permanecerá abierta hasta el 18 de octubre.
Cruz explicó que Rahmoun “es un joven artista marroquí que, no obstante, ya goza de una enorme reputación crítica y que se está convirtiendo en una de las voces más autorizadas de lo que se podría llamar el nuevo arte islámico”.
En la obra de este artista se mezclan “conceptos de la filosofía sufí y de la filosofía zen”, indicó Cruz, por lo que en ella “existen una serie de tensiones que le otorgan sus señas de identidad”. En primer lugar, explicó, en el trabajo de Rahmoun “se realiza una redención de las pequeñas cosas”, en tanto que ”los grandes conceptos son vividos a través de las experiencias cotidianas, otorgándoles una medida humana e íntima de las cosas”.
Además, se trata de un artista conceptual que, sin embargo, “realiza una reivindicación del trabajo artesanal, de lo que resulta una paradoja muy interesante por ese matrimonio entre lo conceptual y lo material”. Por último, “de un lado, él mismo dice que quiere comunicar emociones, pero también hacer pensar, con lo que podríamos hablar de una emocionalidad reflexiva, de una emoción que induce a pensar”, manifestó el consejero.
Para Cruz, el trabajo de Rahmoun “se vincula por su sensualidad con lo estético, juega con lo arabesco, la geometría y el color y, en definitiva, recupera determinados factores y argumentos que parecían muertos en la historia del Arte, pero que este artista redefine de manera inmejorable”.
Por su parte, Rahmoun expresó su satisfacción por estar en Murcia, la tierra en la que nació el gran sufí Ibn Arabí y por exponer en un lugar como una antigua iglesia que tiene su propia historia y explicó que su obra hace referencia a las vidrieras y a las cúpulas de las iglesias.
En la video-animación se muestran 77 flores que se suceden, una tras otra, con un punto rojo que se ve palpitando debajo de cada flor como una semilla viva. Por otra parte, la instalación se compone de otras tantas cajas de luz que muestran una flor cada una. En ambos trabajos Younès Rahmoun utiliza por primera vez los colores y la luz como metáfora de lo inmaterial. Para el artista, el punto rojo representa el corazón, fuente de los sentimientos y de las intenciones, y los colores sugieren los matices de lo que surge del corazón.
El trabajo de Rahmoun nace influido por la práctica y el pensamiento sufí, en especial del místico murciano Ibn Arabí (Murcia 1165 - Damasco 1240), lo que le encauza al uso de la repetición, la concentración, lo inacabado, la presencia y la ausencia. En algunos de sus dibujos e instalaciones adopta el eco del universo ornamental de la arquitectura bizantina y de los artesanos andalusíes con numerosas referencias a las matemáticas y la arquitectura.
Se trata de una obra que utiliza los lenguajes de la contemporaneidad, revisa en profundidad la tradición del arte islámico y construye un intenso alegato sobre la capacidad del arte para seguir transmitiendo emociones. En el caso de su proyecto en Murcia, las flores - con su crecimiento callado y su belleza efímera- plantean una reflexión sobre la propia vida e inundan un espacio que parece vibrar y recuperar así, en cierta medida, la propia memoria del lugar, que se vuelve a cargar de espiritualidad y silencio.
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