«Hay líneas rojas que Occidente no puede traspasar. La Alianza de Civilizaciones hoy en día es imposible»
Fuente: La Verdad (18/1/2009)
CESÁREO GUTIÉRREZ (CATEDRÁTICO DE DERECHO INTERNACIONAL DE LA UNIVERSIDAD DE MURCIA)
La reciente incursión de Israel en la franja Gaza ha vuelto a poner una vez más al descubierto las miserias de las relaciones entre las llamadas sociedades occidentales y el mundo islámico, especialmente conflictivas en lo que llevamos de siglo XXI.
Ante este panorama, la llamada Alianza de Civilizaciones se presentaba como un iniciativa ambiciosa, capaz de acercar posturas sumamente divergentes. Cinco años después de su planteamiento, la propuesta sigue sin cuajar. Para Cesáreo Gutiérrez Espada, Catedrático Derecho Internacional de la Universidad de Murcia, los motivos son evidentes: una alianza, como tal, «es imposible».
- ¿El motivo principal de este fracaso no sería que nadie sabe exactamente a que se refería el presidente del Gobierno con esta propuesta?
La Alianza de Civilizaciones no es otra cosa que una propuesta que el señor Rodríguez Zapatero hizo en 2004 ante Naciones Unidas y que fue aceptada enseguida por el presidente turco y asumida por la propia Organización como un proceso abierto. Zapatero pretendía con este concepto propiciar una especie de unión que permitiera superar los enfrentamientos existentes entre occidente y el mundo islámico, sobre todo a raíz de los atentados del 11 de septiembre y de la consiguiente reacción de EE UU.
- ¿Entonces, qué es lo que chirría exactamente en esta propuesta?
El problema quizás es semántico, porque el término alianza es equívoco y excesivo. Una alianza implica coaligarse con otro para conseguir un mismo fin. La pregunta es quién y para qué nos vamos a coaligar. Además, es muy difícil que se produzca una unión de este tipo, ya que entre ambas culturas existen diferencias muy importantes tanto de carácter religioso, como político y jurídico, que no son conciliables en algunos extremos, sobre todo desde el punto de vista de un occidente laico. Por eso, yo creo que lo más adecuado es la apertura de un proceso de diálogo para que ambas partes se conozcan mejor y vean en qué puntos puede haber acercamientos y cuáles no son negociables, ya que existen líneas rojas que no se deben traspasar.
- ¿Cuáles son esas líneas rojas?
Desde el punto de vista de la civilización occidental, no se debe ceder en el ámbito de los principios democráticos y en nuestra concepción de la existencia de unos derechos humanos inalienables.
- Además, usted considera que existirían grandes dificultades a la hora de nombrar interlocutores. ¿Por qué?
Tanto dentro del mundo occidental como del islámico existen diferentes creencias y sensibilidades. ¿Quién podría hablar en nombre de occidente? ¿el Papa?, no lo creo...
- ¿Los problemas en la relación entre los dos mundos quizá no residen tanto en los principios como en la interpretación que se hace de ellos?
Evidente. Gran parte de la culpa de este choque reside en la existencia de posturas intransigentes en ambas culturas. Así, es cierto que en el ámbito del Islam hay sectores, minoritarios por otra parte, obsesionados con imponer su religión como la única verdadera. Por otra parte, occidente debe respetar en sus relaciones la cultura islámica y conseguir que los musulmanes se sientan a gusto aquí viviendo su cultura, pero siempre sin renunciar a nuestros principios esenciales.
¿El conflicto en Palestina demuestra que no existe una voluntad política real de limar las diferencias existentes entre ambas civilizaciones?
Hay que considerar que lo que está ocurriendo en Gaza atiende a diversas explicaciones, no sólo a la religiosa, aunque es cierto que la existencia en Palestina de grupos fundamentalistas como Hamás relaciona el conflicto, de algún modo, con el choque de civilizaciones.
- ¿Y no considera que existe demasiada tibieza en la comunidad internacional a la hora de condenar las incursiones de Israel?
Los actos de Israel siempre se han condenado con bastante contundencia. Sí es cierto que ha existido tibieza a la hora de abordar la resolución del asunto. También es verdad que se podía haber exigido a Hamás, y no se ha hecho, que dejara de lanzar cohetes. La verdad es que falta implicación.
CESÁREO GUTIÉRREZ (CATEDRÁTICO DE DERECHO INTERNACIONAL DE LA UNIVERSIDAD DE MURCIA)
La reciente incursión de Israel en la franja Gaza ha vuelto a poner una vez más al descubierto las miserias de las relaciones entre las llamadas sociedades occidentales y el mundo islámico, especialmente conflictivas en lo que llevamos de siglo XXI.
Ante este panorama, la llamada Alianza de Civilizaciones se presentaba como un iniciativa ambiciosa, capaz de acercar posturas sumamente divergentes. Cinco años después de su planteamiento, la propuesta sigue sin cuajar. Para Cesáreo Gutiérrez Espada, Catedrático Derecho Internacional de la Universidad de Murcia, los motivos son evidentes: una alianza, como tal, «es imposible».
- ¿El motivo principal de este fracaso no sería que nadie sabe exactamente a que se refería el presidente del Gobierno con esta propuesta?
La Alianza de Civilizaciones no es otra cosa que una propuesta que el señor Rodríguez Zapatero hizo en 2004 ante Naciones Unidas y que fue aceptada enseguida por el presidente turco y asumida por la propia Organización como un proceso abierto. Zapatero pretendía con este concepto propiciar una especie de unión que permitiera superar los enfrentamientos existentes entre occidente y el mundo islámico, sobre todo a raíz de los atentados del 11 de septiembre y de la consiguiente reacción de EE UU.
- ¿Entonces, qué es lo que chirría exactamente en esta propuesta?
El problema quizás es semántico, porque el término alianza es equívoco y excesivo. Una alianza implica coaligarse con otro para conseguir un mismo fin. La pregunta es quién y para qué nos vamos a coaligar. Además, es muy difícil que se produzca una unión de este tipo, ya que entre ambas culturas existen diferencias muy importantes tanto de carácter religioso, como político y jurídico, que no son conciliables en algunos extremos, sobre todo desde el punto de vista de un occidente laico. Por eso, yo creo que lo más adecuado es la apertura de un proceso de diálogo para que ambas partes se conozcan mejor y vean en qué puntos puede haber acercamientos y cuáles no son negociables, ya que existen líneas rojas que no se deben traspasar.
- ¿Cuáles son esas líneas rojas?
Desde el punto de vista de la civilización occidental, no se debe ceder en el ámbito de los principios democráticos y en nuestra concepción de la existencia de unos derechos humanos inalienables.
- Además, usted considera que existirían grandes dificultades a la hora de nombrar interlocutores. ¿Por qué?
Tanto dentro del mundo occidental como del islámico existen diferentes creencias y sensibilidades. ¿Quién podría hablar en nombre de occidente? ¿el Papa?, no lo creo...
- ¿Los problemas en la relación entre los dos mundos quizá no residen tanto en los principios como en la interpretación que se hace de ellos?
Evidente. Gran parte de la culpa de este choque reside en la existencia de posturas intransigentes en ambas culturas. Así, es cierto que en el ámbito del Islam hay sectores, minoritarios por otra parte, obsesionados con imponer su religión como la única verdadera. Por otra parte, occidente debe respetar en sus relaciones la cultura islámica y conseguir que los musulmanes se sientan a gusto aquí viviendo su cultura, pero siempre sin renunciar a nuestros principios esenciales.
¿El conflicto en Palestina demuestra que no existe una voluntad política real de limar las diferencias existentes entre ambas civilizaciones?
Hay que considerar que lo que está ocurriendo en Gaza atiende a diversas explicaciones, no sólo a la religiosa, aunque es cierto que la existencia en Palestina de grupos fundamentalistas como Hamás relaciona el conflicto, de algún modo, con el choque de civilizaciones.
- ¿Y no considera que existe demasiada tibieza en la comunidad internacional a la hora de condenar las incursiones de Israel?
Los actos de Israel siempre se han condenado con bastante contundencia. Sí es cierto que ha existido tibieza a la hora de abordar la resolución del asunto. También es verdad que se podía haber exigido a Hamás, y no se ha hecho, que dejara de lanzar cohetes. La verdad es que falta implicación.
Amigo, te pregunté (hace no poco tiempo) si sabías hacer algo más que copiar y pegar, y sigo sin obtener una respuesta.
ResponderEliminarP.D.: suprimiste mi comentario, y, eso, indica el grado de pluralidad y libertad de tu (blog).