Fuente: La Verdad (9/12/2008)
Miles de kilos de carne de cordero fueron repartidos ayer entre los inmigrantes con menos recursos de la Región con motivo de la fiesta islámica del sacrificio
La oración en el Polideportivo del Infante, que ayer hizo las veces de mezquita, abrió en Murcia una de las jornadas de mayor trascendencia en la tradición musulmana: la Fiesta del Cordero (Aid El Kebir), ancestral rito que recuerda el episodio bíblico de Abraham, que entregó a su hijo en sacrificio como muestra de obediencia a Dios, pero finalmente la pena fue conmutada y, en lugar del joven Isaac, quien pasó por el cuchillo fue un cordero.
Desde entonces toda familia musulmana cuya economía no haya sido aún devorada por la crisis tiene la obligación de rebanarle el pescuezo al animal. No obstante, la comunidad musulmana de Murcia no empuña el sable y el cordero ya llega troceado al domicilio. El festejo coincide con el décimo día del último mes del calendario musulmán, dos meses y 10 días después del Ramadán.
Unas 2.ooo personas abarrotaron desde primera hora de la mañana el complejo deportivo murciano -algunos fieles tuvieron que rezar casi a pie de calle-, y a los dictados del imán se arrodillaron cara a La Meca para mostrar su devoción, ceremonia que fue la antesala de un festín culinario para acercarse más a Alá, si cabe.
«Esta celebración es una muestra de solidaridad con todos nuestros semejantes, es el día de demostrar la bondad que todos llevamos dentro a los más necesitados», cuenta Samir, joven marroquí que desde que cruzó el Estrecho hace siete años no ha vuelto a ver a su familia: «Volvería a nado sólo por pasar estos días con ellos».
Personas desamparadas
«No se trata de degollar al cordero sin más, el significado de esta ceremonia es no olvidar la importancia de la fraternidad y recordar que hay personas desamparadas que necesitan ayuda, la misericordia es uno de los principales valores del ser humano», dice Mounir Benjelloun Andaloussi, vicepresidente de la Federación Islámica de la Región de Murcia.
La muerte del cordero se efectúa entre dos personas adultas que deben cortar con un cuchillo el cuello del animal para que salga toda la sangre. Según marca la tradición, una vez realizado el sacrificio y tras colgar la cabeza del ajusticiado animal en la pared apuntando a La Meca, una tercera parte de la carne debe ser ofrecida a los más pobres; los otros dos tercios son para familia y amigos.
La festividad, conocida también como Pascua Musulmana y regida por el calendario lunar, coincide con el último día del peregrinaje a la ciudad sagrada, uno de los mandamientos del Islam que establece la romería a tierra santa al menos una vez en la vida, si la situación económica lo permite.
Unos 1.200 millones de musulmanes conforman la tercera religión en número de acólitos del planeta -tras cristianos y hebreos-, y ayer miles de ternascos perecieron en los cinco continentes -solo en Marruecos ejecutan a tres millones- «para demostrarle a Dios nuestra devoción y arrepentimiento ante los errores cometidos», afirma Ahmed Aziz.
Una vez que el animal está despiezado, la creatividad gastronómica cobra protagonismo y un sinfín de recetas ocupan la mesa. La familia reunida degusta platos elaborados con el hígado, las tripas, los riñones o el corazón. La casquería es lo primero que se engulle, en forma de pinchos sobre parrillas y brasas. El resto del cuerpo del cordero se guarda colgado y se consumirá en los próximos días.
Según el Instituto Halal, organismo autorizado por la Administración española para certificar que un producto cumple con los preceptos islámicos, ayer se sacrificaron en España entre 250.000 y 300.000 corderos.
Comentarios
Publicar un comentario