Atentado en Marruecos: El terrorismo ensangrienta Marraquech

Un suicida mata al menos a 14 personas, en su mayoría turistas, en la plaza más visitada de Marruecos - La investigación apunta a un ataque de islamistas radicales

Fuente: elpais.com 
 A. RIZZI / I. CEMBRERO - Marraquech / Madrid - 29/04/2011 
"Un individuo entró en el café. Pidió un zumo de frutas y minutos después provocó la explosión". Un cliente de la cafetería Argana, que resultó milagrosamente ileso, confirmó ayer a la agencia France Presse que el mayor atentado terrorista que sufre Marruecos desde 2003 fue perpetrado por un kamikaze.
El ataque golpeó el centro neurálgico del turismo en Marruecos, la célebre plaza Yemaa el Fna de Marraquech. La explosión, que se escuchó en gran parte de la ciudad, provocó 14 muertos, 11 de ellos extranjeros, y una veintena de heridos, según el ministro del Interior, Taieb Cherkaoui, informó anoche la agencia oficial de noticias MAP. Fuentes hospitalarias elevaron a medianoche la cifra de muertos a 16, tras fallecer en el hospital dos de los heridos; no hubo confirmación oficial.
La mayoría de las víctimas mortales, según el balance ofrecido anoche por el ministro del Interior, son turistas extranjeros, todo parece indicar que franceses. Solo tres de las víctimas mortales son marroquíes. Los heridos también son mayoritariamente franceses, marroquíes -uno de ellos, el dueño del establecimiento-, holandeses, suizos, rusos y tunecinos.
Entre los fallecidos no hay ningún español, según el Consulado de España en Casablanca, cuya jurisdicción abarca Marraquech.
La ciudad parecía anoche esforzarse por no mostrarse sacudida por un golpe que le metió el miedo en las venas y que afectará a su principal fuente de ingresos, el turismo. En el casco viejo, varias tiendas mantenían el pulso con el terror y seguían abiertas a medianoche. La circulación peatonal era inferior a lo normal, pero las calles no estaban desiertas. Frente al destrozado restaurante Argana un par de centenares de personas permanecían concentradas observando atónitas, con miradas a veces casi incrédulas, el resultado de la barbarie. Los controles policiales salpicaban las carreteras de acceso al centro de la ciudad, pero los ciudadanos no se mostraban amedrentados.
Aunque el atentado no ha sido reivindicado, todo apunta a que es obra de islamistas radicales.Fuentes policiales, recogidas por las webs informativas marroquíes, precisaron que el autor fue un terrorista suicida y que en los cuerpos de las víctimas se encontraron incrustados clavos.
Las dudas sobre la autoría del atentado naturalmente llenaban las calles de Marrakech. Abdalá, treintañero dependiente de una tienda de artículos para té, insinuaba sutilmente la sospecha que debe de estar recorriendo las cabezas de muchos marroquíes. "No sabemos quién ha sido. ¿Fundamentalistas? ¿Alguién del exterior? ¿O del interior?", preguntaba, sin explicitar el razonamiento de quienes temen intentos sombríos desde dentro de Marruecos para hacer descarrilar la primavera reformista.
El rey Mohamed VI presidía a mediodía de ayer, cuando se perpetró el atentado, un Consejo de Ministros en Fez. Ordenó a sus ministros del Interior y al de Justicia, Mohamed Taieb Naciri, que "informen a la opinión pública de las conclusiones de la investigación con toda la celeridad y la transparencia requeridas". El soberano anunció además, según la agencia MAP, que el palacio real se hará cargo de "los gastos del entierro y de los funerales" de las víctimas, por las que expresó su "compasión".
"El segundo piso del café Argana [tiene tres] es el que ha quedado más destrozado; la terraza está desplomada", comentó por teléfono el diputado del Partido Popular Gustavo de Arístegui, que estaba en Marraquech para pasar el fin de semana con su esposa. "La zona está acordonada, a media tarde [de ayer] hay aún agentes de la policía científica recogiendo muestras en bolsas de plástico", añadió el portavoz parlamentario del PP para política exterior.
"La gente está serena, pero también da la impresión de contener su rabia", prosiguió Arístegui. "La seguridad ha sido reforzada en los hoteles y restaurantes para evitar una hipotética repetición del atentado", agregó. "Policías de paisano vigilan las entradas y paran a aquellos que no parecen ser turistas. (...) Se están produciendo manifestaciones espontáneas de rechazo al terrorismo", advirtió después el propio Arístegui. "Al principio la gente salió a la calle sin pancartas; después con carteles escritos con rotulador en árabe y ahora con textos sacados por impresora y en francés para que lo comprenda más gente", indicó el diputado. Gritan también "no al terrorismo".
Marraquech es la capital del turismo en Marruecos. Sus 95 hoteles ofrecen el 21% de las plazas hoteleras del país. El turismo es, sin embargo, una industria tocada. El primer trimestre del año ha sido malo en Marruecos no tanto a causa de la crisis económica mundial como de las revueltas árabes. El turismo es la segunda fuente de divisas después de las remesas de los emigrantes y por delante de las exportaciones.

Lo que quieren los marroquíes

Pasadas las dos de la tarde de ayer, una veintena de marroquíes y españoles salían de la sede madrileña de la Fundación Alternativas cargados de esperanza. Habían pasado cuatro horas charlando a calzón quitado sobre el movimiento democrático en Marruecos, sobre las reformas constitucionales anunciadas por Mohamed VI y sobre cómo la sociedad civil española puede ayudar a que todo esto llegue a buen puerto.
Esta vez, el debate no se había limitado a un intercambio de reproches; esta vez, se había forjado una narrativa común: el interés de los ciudadanos de las dos riberas del estrecho de Gibraltar es que Marruecos camine, a partir de sus tradiciones pero con rapidez y determinación, hacia una democracia homologable. Tanto los participantes marroquíes -activistas de los derechos humanos y blogueros del Movimiento 20 de Febrero- como los españoles -arabistas, diplomáticos y periodistas- habían coincidido en que las actuales manifestaciones populares en Marruecos y el clima de cambio en el mundo árabe le brindan a Mohamed VI una oportunidad para promover una reforma que convierta su país en una monarquía constitucional. A diferencia de otros países del norte de África y Oriente Próximo, Marruecos, si el rey lo hace bien, puede evitarse la ruptura.
Incluso en el espinoso tema del Sáhara Occidental se había esbozado un acuerdo: solo un Marruecos verdaderamente democrático y descentralizado puede hacer creíble cualquier fórmula de amplio autogobierno, pero sin independencia para la excolonia española.
Jóvenes marroquíes habían contado cómo Internet, y en particular Facebook, les está permitiendo escapar al control oficial de los medios audiovisuales y a la estricta vigilancia de los impresos. Uno presentó una página web (www.reforme.ma) donde miles de marroquíes se expresan con libertad sobre cómo habría que reformar su Constitución. Los participantes en ese foro virtual desean mantener la monarquía en sus funciones simbólicas y religiosas (la reina de Inglaterra, recordó alguien, también es la jefa de la Iglesia anglicana), pero con un Parlamento y un Gobierno libremente elegidos que ejerzan la soberanía. También quieren una justicia independiente, una auténtica libertad de expresión y una gestión honesta de la cosa pública. En resumidas cuentas, libertad y dignidad, las banderas de millones de jóvenes, de edad o de espíritu, desde Casablanca a Damasco.
Tras el encuentro en la Fundación Alternativas, no pasó, sin embargo, mucho tiempo para que la sonrisa se convirtiera en horror al conocer la matanza en Yemaa el Fna. El primer análisis cayó por su propio peso: el atentado de Marraquech buscaba una matanza de turistas extranjeros para que el miedo al yihadismo vuelva a dominar la mirada mundial sobre el mundo árabe. Tampoco fue difícil imaginar que pretende abortar tanto el movimiento democrático en curso en Marruecos como las posibles reformas de Mohamed VI.
Hace un par de meses, la plaza de Tahrir, en El Cairo, fue el gran ágora de los árabes que reivindican su condición de ciudadanos que no súbditos. La plaza de Yemá el Efna fue ayer el escenario de la brutal réplica de aquellos, sean quienes sean, que quieren devolverles al pesadillesco dilema de autocracia o teocracia.

 

Comentarios