"Mujeres que son refugio", artículo de Celia Martínez Mora

Islam en Murcia - 30.03.17
Fotos: Paulino Ros 

"Mujeres que son refugio", por Celia Martínez Mora

Universidad de Murcia, Campus de La Merced, Hemiciclo de la Facultad de Letras, 22 de marzo de 2017 a las 5:30 h. de una tarde apacible ya en primavera. Campus Mare Nostrum y la Unidad de Igualdad, dentro del programa Refugium nos traen Voces de mujeres y refugio. 

Hayat Ahmad Jebna, Astrid Mijoba y Leila Nachawati van a hablarnos y a su través conoceremos el dolor de las injusticias. También hablarán de soluciones y esperanza. Pero sobre todo de superación y cooperación. Con ellas tenemos a Pilar Garrido y a Eva María Rubio, mujeres y profesionales que luchan por nosotras en esta tierra nuestra, en la que también queda por hacer. Hay intérpretes de lengua de signos e intérprete de árabe, se trata de la Semana de Acción Europea contra el Racismo y la Discriminación, así que estamos en igualdad de oportunidades para una actividad en la que es esencial la comunicación efectiva.

Comienza "Voces de mujeres y refugio"
Precisamente se habló mucho de los medios de comunicación, de cómo su poder tan inmenso sería esencial para solucionar conflictos, si la información fuese valiente y libre. Sin intereses económicos ni políticos. Sin extremos a la izquierda o la derecha. Leila nos habló de libertad, justicia y verdad mientras se expresaba como si pudiese abarcar todo, hacer, reconducir, despertar, una mujer absolutamente proactiva. Ella está entre dos mundos y es sabido que los buenos híbridos aúnan lo mejor de cada padre y madre. Mejoran el mundo. 

Las voces en primera persona son aquellas que hablan con el corazón de la realidad  vivida. Es algo intransferible e inimitable. Eso es lo que mueve a actuar, que te llegue al alma lo que sucede porque la comunicación se establece de un alma a otra. Es lo que de verdad genera la empatía para encontrar soluciones. Dos voces en primera persona se escucharon.

Hayat comenzó a hablar en un árabe musical, sinuoso y profundo. Los intérpretes de lengua de signos esperaban la traducción al español. Y a veces, pequeñas cosas que eran en realidad enormes sentimientos en palabras profundas no encontraban traducción literal. Daba igual, era posible intuir a través del sentimiento. Su trayectoria, de profesora en la universidad en su país con una vivienda propia y una familia feliz a hoy en España, aprendiendo nuestro idioma, era una realidad de cómo la barbarie puede destruir vidas y proyectos.

Actividad con intérprete de LSE
España le da esperanza, al menos le quita el miedo a las bombas, las detenciones, garantiza un suministro de alimento, de luz, de agua, permite una educación y un futuro a sus hijos. Pero son, como dijo, almas rotas que han visto cuerpos de hermanos inertes, francotiradores al acecho, rojo sangre como color tapiz, ruidos atronadores, silencios aterradores, un sistema educativo hecho trizas y un futuro de sometimiento, de muerte en vida. Se rompe el alma también cuando la escuchas hablar de esas lágrimas que seca a sus hijos cuando el peso de la distancia con el resto de la familia y de su país, las ausencias, son tan intensas. Porque la integración siempre supone un sobresfuerzo por parte de quien es diferente. Y entonces aparece la palabra introversión, que viene a significar incomunicación, contra la que lucha día a día aprendiendo un nuevo idioma, unas nuevas costumbres, adquiriendo nuevos derechos, construyendo siempre en un refugio inmenso que es su propia alma. Hayat ve sonrisas en España, las personas sonríen. La sonrisa verdadera es un espejo y mientras construyen, intentan olvidar para tener un futuro mejor. 

Lleno el Hemiciclo de Letras de la Universidad de Murcia
Astrid es periodista, defiende los derechos humanos, defiende a las mujeres. Libertad de expresión, información, igualdad de oportunidades, respeto. Está sola en nuestro país. A veces renuncias a los que amas para intentar salvarlos. Sus hijos desde su Venezuela natal le dan fuerza. Lo que narra es una infracción continuada de los derechos humanos dentro de una supuesta democracia. El suyo no es un país en guerra declarada, con armas y explosiones, es un país de guerra encubierta, sibilina y sutil. Una cosa maquiavélica que se base en el terror y la manipulación de la información. Y sobre todo, es una guerra que se ha cebado muy especialmente en los derechos de las mujeres. ¡Qué cobarde es ser fuerte a base de someter a los más desprotegidos!

Sonó un móvil con un aviso de llamada a la oración, bendito acto con intérprete. Sin ellos, no lo hubiese sabido. Llamada a la oración. Cuando todo es tan difícil los creyentes oramos, y cogemos fuerzas para seguir. También para dar las gracias por las pequeñas y grandes cosas. Cada cual busca su sistema de recarga. Pero es necesario recargar porque las injusticias no deben quedar impunes. Y para eso es preciso pensar, meditar, escuchar en silencio y con perspectiva para adquirir fortaleza. Y sobre todo, aprender a respetar.

Nayat, Celia y Astrid
Hayat contestó a una de las preguntas de un debate muy fluido, que no hay odio a países de fronteras cerradas sino que hay agradecimiento a países de fronteras abiertas. Es muy importante cuando se acoge ser consciente de que eso implica tener preparada la infraestructura necesaria para que esa acogida se traduzca en el desarrollo de vidas, en oportunidad real. Pensaba en Hayat y su titulación, en el valor que atesora su idioma y en las posibilidades de aplicarlo en el país de acogida. Pensaba en Astrid y su periodismo rompedor en femenino. Pensaba en el valor de sus experiencias para allanar el camino de quienes vienen detrás. 

Sólo les pregunté: “Si en vuestros respectivos países se solucionaran los conflictos y volviese la paz y la justicia; ¿volveríais?” La respuesta no podía ser otra; ellas volverían. A su patria, tierra, alma. Son mujeres refugio porque donde estén acogen, protegen, construyen. Su secreto está simple y llanamente en que sus raíces se extienden donde quiera que vayan pero siempre se nutren del lugar que las vio nacer.

Una tarde apacible de primavera, en la ciudad de Murcia se dio lugar no solamente a la esperanza, sino al compromiso. Me fui llena de los abrazos verdaderos, los que se dan con el corazón y a los que la razón también se une. Un todo mágico, un todo para continuar porque sabes que eres y tienes, un refugio. 

Celia Martínez Mora es investigadora del Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Alimentario (IMIDA). 

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