El "periodismo basura" no deja en paz a las musulmanas





Paulino Ros
Islam en Murcia, 16.11.10

El pasado sábado 13 de noviembre no pude reprimir mi rabia al ver el reportaje que ofrecía el diario La Verdad de Murcia, publicado el mismo día por todos los periódicos del grupo Vocento en España, en el "Suplemento V" . El reportaje se titula "Nadia vuelve a ser virgen" (arriba vemos la foto de Nadia en la portada de "El Correo"). La periodista que firma el reportaje, Isabel Urrutia, consigue convertir en noticia a una joven musulmana, que representa a una ridícula minoría de mujeres musulmanas, y que no hace sino seguir una moda importada de los Estados Unidos en los años 90, cual es la reconstrucción del himen.

Por supuesto, a la periodista, no se le pasa por la cabeza escoger como protagonista del reportaje a una "española madura", o a una "prostituta", o a una "chica de pueblo sin estudios", como las que suelen hacerse ese tipo de operación, según confirma en el propio reportaje la doctora María José Barba. No. La periodista elige a una joven musulmana, así los tópicos estarán servidos y la noticia aparecerá en portada, como ocurrió en el caso de El Correo.

En el artículo la periodista se permite todo tipo de comentarios sobre la chica y su novio. Produce náuseas que la periodista sugiera una posible reacción violenta del novio cuando ella le cuente que en realidad no es virgen: "Queda por ver cómo reaccionará ese chico de «veintitantos», muy preocupado en la 'integridad' de su esposa y fiel seguidor del Islam, cuando se le revele la verdad al día siguiente. Cuenta Nadia con orgullo que «es profesor de Matemáticas, está preparando su tesis doctoral y suele viajar mucho a Francia». Nada que garantice un carácter conciliador llegado el caso".

Otra frase "afortunada" que podemos leer: "Ojos y pestañas negrísimas de magrebí pero contundencia de chica occidental". ¿Qué pasa compañera periodista, que sólo conoces Occidente, que no has viajado por el mundo y no entiendes que una chica no occidental tenga esa "contundencia" de la que tú hablas?.

Por favor, no más basura, no más agresiones lingüísticas a la mujer musulmana.

El caso es que los responsables del artículo están encantados, porque la joven les deja fotografiar la operación, como se puede ver en la imagen de arriba.

Eso sí, para lavar su conciencia, e intentar equilibrar la balanza, en la página siguiente sale una entrevista a Laure Rodríguez, presidenta de la Unión de Mujeres Musulmanas de España. Por cierto, tampoco tienen desperdicio las dos primeras frases de la introducción a esta entrevista: "Llegó al feminismo por el Islam. Repetimos: se considera feminista y musulmana". Es decir, esta periodista tiene que "repetirse" la frase porque, ¡no le cabe en la cabeza que una musulmana pueda ser feminista!. No comment.

He aquí el artículo principal, al que siguen las entrevistas a María José Barba y a Laure Rodríguez:

NADIA VUELVE A SER VIRGEN
"Vengo a que me cosan" Comía jamón, bebía alcohol y perdió la virginidad a los 16. Pero Nadia ha dado un cambio a su vida. "La pureza es una virtud, lo dice el Corán".

Vaqueros, niki, jersey azul y un pañuelo palestino al cuello. De esta guisa entra Nadia en una salita de espera de la clínica privada Euskalduna, de Bilbao. No llama la atención de nadie. En la sección de Ginecología y Obstetricia, los pacientes sólo tienen ojos para las revistas del corazón y la matraca de 'Gran Hermano': «Siempre me caíste mal. ¡¡Eres un gilipollas!!», le grita Mercedes Milá a un concursante. Todos miran hacia la pantalla, aunque sea por un segundo, menos esta joven de origen marroquí-argelino. Tiene 21 años y la mente en otra parte: desliza la mirada por el suelo y se acaricia el estómago. Esta mañana no ha probado bocado.

Sus padres ni se imaginan lo que anda rumiando la benjamina de la familia. Llegaron en 1990 al País Vasco y, desde el principio, quisieron que sus hijos se sintieran como en casa. Integrados al cien por cien. Sin nostalgias de una sociedad que apenas llegaron a conocer y, sobre todo, muy alejados de una práctica que a la inmensa mayoría de las mujeres del siglo XXI les parece -como mínimo- humillante. Muy difícilmente comprenderán el interés de su retoña en reconstruirse el himen (himenoplastia), una operación que apenas se realiza seis veces al año en la clínica Euskalduna.

Las pacientes son gitanas o musulmanas, pagan 630 euros por unos cuantos puntos de sutura y la 'ilusión' -o como se quiera llamar- de volver a ser virgen. «Me caso el próximo verano en Marruecos con un chico de Casablanca, y él me quiere 'intacta'. Por eso vengo a que me cosan. Y, qué va, no le he dicho nada a nadie», explica con toda naturalidad. Por si fuera poco, causa más pasmo su libertad de antaño: comía jamón tranquilamente, bebía alcohol todos los fines de semana y no dudó en perder la virginidad a los 16 años con un chaval musulmán. No tenía nada que lamentar hasta que descubrió que «la pureza es una virtud porque lo dice el Corán». Tajante.
Ojos y pestañas negrísimas de magrebí pero contundencia de chica occidental. ¡Menuda es Nadia! Paga de su bolsillo la intervención -«soy operaria en una empresa»- y piensa marcharse a vivir al norte de África pero luego se niega a dar la cara ante el fotógrafo y tampoco se identifica con nombre y apellidos. No quiere airear su «ortodoxia» porque en el pueblo donde vive, muy cerca de Bilbao, «los amigos no tienen ni idea de lo mucho que he cambiado». Al pensarlo despacio, ni ella misma se lo cree. Pero sigue adelante, sin vacilar, convencida de que Alá lo quiere. No es mujer que se eche atrás y ahora, insiste, se esforzará «para no cometer fallos». Esto va en serio.
En la sala de quirófano suena música de Shakira y ya no siente las piernas. Le han aplicado una anestesia epidural ligera-que durará una hora-, suficiente para que no le duela nada y, de paso, responder cómodamente a varias preguntas. Tan dulce y discreta en apariencia, le sobra desparpajo cuando se le pone una grabadora delante.

-¿Qué te llevó a esta vuelta de tuerca?
-Encontrarme, poco a poco, con otros inmigrantes musulmanes. ¡Me di cuenta de que había un montón de cosas que yo no sabía! Y, joer, me dio rabia haber cometido errores.
-¿Tus amigos de cuadrilla son árabes?
-No, ninguno. Son gente de aquí. Aunque, bueno, sí que trato con una chica de Marruecos. Nos llevamos muy bien.
-Nadia, ¿no será que tú tienes una crisis de identidad?
-No, no. Yo soy Nadia, sé muy bien quién soy y así seré siempre.
-No obstante, vas a engañar a tu futuro marido. Eso no refleja mucha seguridad...
-No, no. Pienso decirle la verdad al día siguiente.
-¿Queeeé?
-Sí, esto es un gesto de generosidad. No soy virgen pero me gustaría serlo. Quiero que lo sepa.
-¿Le exiges lo mismo a tu pareja?
-Somos nosotras las que debemos ser vírgenes.
-¿Y eso?
-Es así.
-¿Querrías que tus hijas se casaran vírgenes?
-Claro.
-En pocas palabras, ¿qué te aporta el Islam?
–Un papel, un lugar en la sociedad y protección. Pero, oye, no creas que me gusta vivir oprimida y como una esclava. Todo tiene su límite. ¡Hay maneras y maneras de ser fiel al Corán!

Cláusulas matrimoniales
En eso último, al menos, coincide con Dolors Bramon, autora de 'Ser mujer y musulmana' (ed. Bellaterra) y profesora de Estudios Árabes e Islámicos en la Universidad de Barcelona. «Claro que sí. No se puede generalizar. En el mundo musulmán cabe lo mismo el feminismo más militante que las atrocidades de Nigeria y Afganistán... Y además, todo evoluciona. O se estanca». A título de ejemplo, saca a colación el caso de Jordania. Ahí lucen estampa los reyes Abdullah y Rania, todo 'glamour' y aparente modernidad, mientras los jueces se empeñan en seguir aplicando atenuantes a los 'crímenes de honor'.

En este estado, fronterizo con Irak y Arabia Saudí, un padre condenado por matar a su hija, soltera y embarazada, «recibe trato de favor en la cárcel». Cuando se sometió a votación la abolición de esa práctica, la cámara baja (79 de 80 miembros) se posicionó en contra. «Hombres, para variar...», apunta Dolors Bramon. Nada de todo aquello se le escapa a Nadia, por eso lo advierte de antemano, con el aplomo de una chica occidental que conoce sus derechos: «Si Marruecos no me gusta, me vuelvo enseguida». Está convencida de que no pueden obligarla a vivir donde no quiere. Craso error. De ahí que Dolors Bramon le recomiende «un poco de asesoramiento; es bueno que conozca la existencia de las cláusulas que incluyen los contratos matrimoniales en Marruecos». Si no se especifica la libertad de residencia por escrito, «quizás no le permitan irse». Esa letra pequeña, que se adjunta en los documentos nupciales, marca la diferencia. «Ahí cabe exigir al hombre que no sea polígamo, si no es con la aprobación de la pareja; o que se contemple el derecho a trabajar de la mujer... En fin, temas muy interesantes».
Lo dicho: más vale que tome buena nota si no quiere arrepentirse de nuevo.

Nadia aspira a hacer su voluntad en la medida de lo posible; y eso, claro, con el criterio de una chavala europea. A su primer novio, con quien perdió la virginidad, lo abandonó «porque era muy posesivo». Cortó porque se asfixiaba. «No pienso quedarme encerrada en casa. Si eso me pasa, me muero, me deprimo, lo paso fatal...». Nada que ver con su estado de ánimo actual, «lleno de sueños que haré realidad muy pronto». El más ambicioso es matricularse en Periodismo y «divulgar la realidad del Islam». Para conseguirlo, necesita algo más que clases de danza del vientre -«me encanta»-, pero bien es verdad que le sobra garbo para meterse en camisa de once varas. Ni se inmuta sobre la mesa de operaciones, con una sonrisa de oreja a oreja mientras las enfermeras van y vienen, el fotógrafo hace su trabajo y un médico ajeno a la intervención echa un vistazo a la reconstrucción y suelta muy serio: «Eso no se rompe ni con taladro».

El comentario no llega a su oídos; por suerte. No es raro que lleguen a efectuarse «muchos puntos, más vale que sobren que falten, para dar seguridad a la mujer», explica el ginecólogo José Gurrea entre costurón y costurón. Al final, se le deja un orificio mínimo, prueba visible de que «la segunda vez le va a doler mucho más». Queda por ver cómo reaccionará ese chico de «veintitantos», muy preocupado en la 'integridad' de su esposa y fiel seguidor del Islam, cuando se le revele la verdad al día siguiente. Cuenta Nadia con orgullo que «es profesor de Matemáticas, está preparando su tesis doctoral y suele viajar mucho a Francia». Nada que garantice un carácter conciliador llegado el caso.

Sea como fuere, a ella no le preocupa lo más mínimo. La vida le sonríe desde que se aferra a las raíces de sus ancestros. «Cuando se tiene una identidad sabes lo que quieres. Yo aquí me notaba perdida. Ahora sé que soy una mujer musulmana. Me encuentro tranquila».

PRINCESAS JORDANAS, ESPAÑOLAS MADURAS, PROSTITUTAS...; A UN RITMO DE 6 A LA SEMANA

Su fama corre de boca en boca y en internet ha encontrado una red ideal para cazar clientela. «Me llegan pacientes de Jordania, Francia, Marruecos..., cogen el avión, piden un visado de 24 horas y saben que los 2.000 euros que pido están bien invertidos», asegura María José Barba, experta en cirugía estética. En sus consultas de Madrid y Zaragoza realiza unas seis himenoplastias (reconstrucción del himen) a la semana y la demanda no va a menos. Por ahora. «Pese a todo, fíjate, son muchas las que no querrían que sus hijas pasaran por lo mismo. Al menos, es lo que dicen después de la intervención».

Son contadas las clínicas españolas donde se ofrece la posibilidad de coser la mucosa vaginal -«yo doy entre 20 y 30 puntadas»-, y de esa manera causar la impresión de no haber sufrido nunca una penetración. Madrid, Barcelona, Zaragoza, Bilbao..., se han convertido en el destino de «musulmanas que buscan eficacia y discreción».

¿No se les plantea un dilema moral a los médico? ¿Ningún escrúpulo? ¿Acaso no están contribuyendo al arraigo del despotismo machista? «No, en absoluto. Todo lo contrario. Yo, por ejemplo, me lo veo como una ayuda social. Ellas lo piden porque, de lo contrario, no tendrían más futuro que la proscripción o la muerte. Es más, te cuento: sé de turcas a las que sus padres les aconsejan que se suiciden...». Visto lo visto, insiste en que no se le presenta otra alternativa.
Esta especialista en cirugía estética se limita a cumplir con su trabajo de la mejor manera posible, «lo mismo con chicas sin estudios y de pueblo que con princesas jordanas». Hay de todo, hasta mujeres españolas y maduras.

-¿Y qué interés tiene una madrileña de 45 años, por poner un ejemplo, en coserse la vagina?
-Es una moda que viene de EE UU. Se lo toman como un regalo a la pareja; lo hacen para sentir placer. Pero, no se piense, son poquísimos estos casos, no más del 1%. Lo mismo que las prostitutas jóvenes.
-¿También demandan himenoplastias?
-Claro, para cobrar más. Los clientes lo valoran bastante, sobre todo en las despedidas de soltero. Ya ve, esto es un mundo.

FEMINISTA Y FIEL AL ISLAM

Llegó al feminismo por el Islam. Repetimos: se considera feminista y musulmana. Presidenta de la Unión de Mujeres Musulmanas de España (UMME) para más señas. Se llama Marie Laure Rodríguez Quiroga, hija de gallegos y nacida en Francia. Un perfil que muchas veces deja con la boca abierta a sus interlocutores, como si fuera un engendro. Algo que se escapa a las leyes de la naturaleza. «Como una mujer barbuda», ha confesado en más de una ocasión, entre risas y con un punto de resignación. Marie Laure (o Laura, como prefiere en España) no se toma las cosas a la tremenda. Busca el equilibrio. No es una 'talibana' y tampoco una mística que se cruza de brazos y admira, sentada sobre un cojín, el poder del gran Alá. No se conforma con verlas venir. Le gusta la acción.

Vive en Madrid, es trabajadora social y se considera alguien de su tiempo. Por eso, cuando se le pregunta por el valor de la virginidad y las operaciones para reconstruir el himen, reacciona con un suspiro. De varios segundos. Luego, responde lacónicamente: «No es nuestra lucha, eso no es más que pura hipocresía». Con 35 años, casada con un musulmán español y madre de un niño, la himenoplastia le parece «algo fuera de lugar, totalmente innecesario y que no responde a la esencia del Islam». Ella aboga por la transparencia en las relaciones entre ambos sexos. Va de frente y sin bajar la voz. No se considera inferior a ningún varón por el mero hecho de ser mujer.

«Hay que exigir a todos lo mismo. Si no se le pide a ellos, tampoco se nos debe pedir a nosotras. Es más, el Islam en puridad reclama la virginidad a los dos miembros de la pareja».
Esa reflexión rara vez se hace. Muy típica de Laura, habría que añadir. Ella reivindica «lo más genuino del Islam, no lo que se ha montado encima, ya sean tradiciones discriminatorias como la separación de sexos en la mezquita o prácticas aberrantes como la lapidación». Como máxima responsable de UMME, una entidad fundada en 2008, se dedica a bucear en los orígenes de su religión: «En los tiempos de Medina (siglo VII d.C.), se aplicaba el principio de la justicia social, la 'shura', que implicaba tomar las decisiones de forma consensuada, entre creyentes de ambos sexos». De modo que no es un imposible alcanzar la paridad en el seno de las comunidades musulmanas. Esa es la teoría, evidentemente.

Aún se solivianta al recordar que la Comisión Islámica de España, única entidad autorizada para dialogar con la Administración, se compone sólo de varones. «Dicen que no hay mujeres preparadas para ello. ¡Qué vergüenza!».

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