Un centenar de marroquíes intenta asaltar la casa de un clan de Los Rosales (El Palmar) en venganza por la paliza a un niño

Fuente: La Verdad (27/10/2008)
El enfrentamiento entre familias deriva en una batalla campal en El Palmar
La convivencia en el conflictivo barrio de Los Rosales, en la pedanía murciana de El Palmar, se degrada por momentos. Si hace quince días la mecha se encendía por un enfrentamiento entre clanes gitanos y el colectivo subsahariano, ayer la tensión entre otra conocida familia de la zona y vecinos marroquíes derivó en una auténtica batalla campal. La Policía Nacional tuvo que emplearse a fondo, con material antidisturbios, para evitar que un centenar de magrebíes asaltasen la vivienda del clan de Los Mudos (también conocidos como los Ferreiras), situada en la calle Álamos, en represalia por la paliza que estos supuestamente habían propinado a un menor la noche del sábado.
«Estábamos comiendo, sobre las tres y media de la tarde, cuando hemos empezado a escuchar los gritos y el ruido de las pedradas», comentaban todavía angustiados María Dolores y Agustín, dos vecinos que, como el resto, bajaron las persianas y esperaron a que la batalla terminase. El suelo lleno de adoquines, ventanas rotas y lunas de coches destrozados eran, a media tarde, la huella visible del altercado. Pese a todo, no hubo detenciones ni heridos. Varios vehículos policiales permanecen en el lugar para evitar nuevos incidentes.
Todo comenzó el sábado por la noche. Un menor marroquí, de entre 11 y 14 años, fue asaltado por un grupo de unas seis personas. Le propinaron una paliza y, según algunos vecinos, le robaron una bicicleta. La noticia corrió como la pólvora entre el colectivo magrebí de Los Rosales, que inmediatamente señaló al clan de Los Mudos como responsable. «Se creen que la calle es suya, y siempre andan metiéndose con nosotros; insultan a las mujeres y nos tiran piedras cuando vamos a la mezquita», cuenta Alí, amigo del menor agredido.
Así que el incidente fue la gota que colmó el vaso. A mediodía, cerca de un centenar de personas se agolpaba en la calle Álamos con ánimo de venganza.
«Los padres del niño han intentado hablar con la familia para pedir explicaciones, pero ellos les han dado con la puerta en las narices». La tensión estalló, y una lluvia de piedras cayó sobre las ventanas del edificio. La Policía cargó entonces para disolver a los manifestantes, y los adoquines empezaron a volar en todas direcciones. «Han roto la luna del coche de mi sobrino, que no tiene nada que ver», se quejaba una vecina. Los letreros luminosos de los comercios de la calle tampoco se salvaron.
Milagrosamente no hubo heridos, aunque algunos marroquíes denuncian que fueron alcanzados por el material antidisturbios. «Me han dado con un cartucho en la pierna, y a mi primo en la espalda», se quejaba Alí.
Los altercados terminaron tras la mediación de los líderes de la comunidad marroquí de Los Rosales. Mientras, los agentes evacuaron a la familia amenazada, que ha abandonado el barrio y se ha trasladado a casa de unos familiares. De momento, las aguas se han calmado, pero la tensión podría volver a estallar en cualquier momento. Los magrebíes advierten: «Esperamos no volver a verles por aquí, y si regresan más les vale no volver a meterse con nosotros».

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